¿Merece la pena volver a ver la ya más que clásica «8 Millas»?
En 2002, Eminem no era simplemente el rapper más exitoso del mundo, sino también una de las mayores estrellas pop del planeta en términos de popularidad. Ya saben, un rapero blanco cuyas habilidades en el micrófono eran objetivas, apadrinado por un perro viejo como Dr. Dre y sin ningún pudor en meterse con Madonna o Michael Jackson en sus vídeos, si eso suponía que se hablara de él.
Y de esto precisamente vino su caída, aunque eso es otra historia para un análisis más centrado en el marketing y comunicación enfocado a carreras longevas.
Por otro lado, el hip hop (muy en gran parte gracias a Internet) se había convertido en el género más de moda en el mundo y las batallas de freestyle estaban a la orden del día. Improvisar intentando humillar al otro y ensalzando las virtudes propias estaba tan valorado como escribir rimas meditadas y escupirlas con habilidad, a pesar de que había muchísimas nombres que destacaban en lo primero y jamás llegaron a labrarse una carrera basada en buenos discos.
«8 Millas»: una película hija de su tiempo
De esa manera, parecía el momento perfecto para escribir, producir y estrenar una película motivadora sobre el esfuerzo, la ilusión y la consecución de los sueños con el rap como eje principal y el (grandísimo) director Curtis Hanson fue el que lo llevó a cabo, con guión de Scott Silver.
La aceptación de Eminem para protagonizar la historia fue justo lo que necesitaban para inspirarse en su biografía personal entre una vida en una caravana, madre alcohólica y trabajos de tercera.
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De hecho, el filme narra la historia de un tipo blanco llamado «Rabbit» cuya vía de escape es el rap. De nombre real Jimmy Smith, utiliza la música como válvula para huir de una realidad mucha más dura que ser el único blanco en una pasión que pertenece históricamente a los afroamericanos, sino por tener una vida personal tan humilde y desordenada (si lo describímos con eufemismos).
Las batallas le servirán para ganarse el respeto de los demás, mejorar su autoestima y quien sabe si para acabar viviendo de su pasión.
«8 Millas» se basaba ampliamente en la propia vida de Eminem
El año 2002 era el momento perfecto para crear la película motivacional exitosa sobre el rap, sobre la improvisación y con Eminem en el rol principal, así fue y se trató de un tremendo éxito. Una cogida más económica que de críticas (hubo de todo tipo), quizás por utilizar una estructura que ya habíamos visto en muchísimas películas con moralejas similares: «Rocky», «Flashdance» y un larguísimo etcétera.
La película fue un éxito de recaudación (no sólo en cine, también en venta de DVD’s) porque lo tenía todo para conectar con la gente joven del momento: un casting genial (que incluía a la tristemente fallecida Brittany Murphy, a Kim Basinger y a Mekhi Phifer), un género musical en su mejor momento comercial, a la estrella del momento y a un director que venía de hacer nada más y nada menos que «Jóvenes prodigiosos», «L.A. Confidential» o «La mano que mece la cuna». Casi nada.
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El tiempo ha pasado y «8 Millas» (cuyo título en español no tiene sentido, puesto que la original se refiere al barrio de «8th Mile» de Detroit) ha sido olvidada por las mismas razones exactas por las que fue un completo éxito: por ser un producto medido para un tiempo exacto.
Eminem es una leyenda a la que se le presta mucha menos atención, las batallas de freestyle gozan de mucha menos popularidad y ni siquiera el rap clásico está en su mejor momento con el boom del trap y otras variaciones de música urbana.
Revisitar «8 Millas» a día de hoy significa disfrutar de una película de cierta calidad cinematográfica y que nos suena a demasiados esquemas ya vistos y exprimidos pero con suficientes valores y méritos como para no ser desdeñada.
Al fin y al cabo, Curtis Hanson es un tipo con estilo personal y tremendo oficio. Y, por mucho que pudiera ser una película de encargo para hacer caja, se nota su saber hacer y hoy se ve y se disfruta con lejanía y nostalgia de una realidad que parece de hace mucho más tiempo del que realmente ha pasado.
Quien también tiene una vida de película es Travis Scott: no te pierdas aquí su última entrevista.