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Opinión

Por qué el triunfo de C. Tangana debería ser el orgullo de todos los que admiraban a Crema

Por N. Warrior / 21/10/2018
Por qué el triunfo de C. Tangana debería ser el orgullo de todos los que admiraban a Crema

Cuando tenía unos 16 años, mi padre me pidió un día que le ayudase a pintar unos muebles en el curro. Antes de ponerme manos a la obra hice lo que cualquier mortal un poco melómano haría: poner mi playlist del momento para facilitarme la tarea de pegarme varias horas haciendo algo pretty aburrido. Estamos hablando aproximadamente del año 2010, cuando el underground madrileño nos dejaba un montón de artistas semi-desconocidos (raramente mostraban su cara, por ejemplo) como eran por entonces Hijos BastardosCrema.

No recuerdo exactamente qué maldito tema sonaba, pero me acuerdo perfectamente que era del disco ‘Agorazein’ (2008), y que mi pa soltó un comentario en plan: «qué sabrá el gilipollas este de la vida, vaya tela».

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Mira, desde que escuchaba rap de pequeña siempre he sabido que era una música más bien marginada -incluso marginal- dentro de la industria. Veía las caras que ponía la gente cuando sonaba un tema de rap -da igual si era de 50, Eminem, Kase. O o Charlie-, y sabía que estaba muy lejos de ser un género que sonase en la emisora más escuchada de mi país en prime time. Pero mi padre es un loco de la música, y recuerdo perfectamente ir con él en el coche escuchando El Rimadero de Frank T en Radio3, o cómo ponía a sonar en nuestros viajes los tres primeros discos de La Mala Rodríguez en bucle.

Ese comentario, claro, me sentó como una puta mierda. Pensé: «loco, has aguantado temas que verdaderamente son pésimos comparados con cualquier corte de este disco y no has dicho nada, y has tenido que soltar esa perla con un tío que precisamente tonto no es». No me cabía en la cabeza a qué venía esa chorrada, pero recuerdo arquear una ceja y decirle al hefe«no tienes ni idea, tío».

La buena noticia es que, ese mismo día por la noche, cuando estaba a punto de salir de casa para irme con la squad, mi padre me confesó que había estado reflexionando sobre su comentario. Y me dijo algo así como que entendía que verdaderamente ese chaval habría vivido ciertas cosas que le daban potestad para hablar sobre esto o aquello, y que no quería meterse en absoluto con mis gustos musicales, que con toda la mierda que había en el mercado, bastante bien había elegido.

Yo me quedé más o menos feliz de pensar que mi padre era capaz de respetar todo esto, pero supongo que ese momento anecdótico se me quedó grabado a fuego en la mente.

«Ojalá algún día esto sonase en la radio y todo el mundo lo escuchara»

Ahora que por fin tengo la oportunidad de preguntárselo a cientos de personas: ¿no habéis tenido nunca esta frase en la cabeza? Para mí, de los 13 a los 18 fue una especie de mantra personal. En esa época todos mis .mp3.wav iban precedidos del nombre de algún rapero español o americano -aunque, tbh, solía poner en replay las movidas que sonaban por el under madrileño de forma súper habitual-. Sé que es algo que le pasa a muchas personas, que la música tiene un efecto catártico sobre ellas, y a veces empiezas a escuchar un disco estando en la mierda y, una vez llegas a la última pista, curiosamente ya te sientes mejor.

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Crema tenía una capacidad casi mágica para hacer esto con sus trabajos: incluían temas cargados de melancolía y algunos otros derrochaban esperanza, pero siempre tenías la sensación de estar escuchando a alguien que te contaba su verdad, y esa especie de striptease emocional te incitaba inevitablemente a la propia introspección y a pasarte horas en bucle comiendo techo pensando en la vida. Yo qué sé, igual esto sólo me pasaba a mí, pero si no te ha pasado nunca con ningún artista, igual deberías replantearte lo que escuchas (no beef, consejo de amiga, y’all know).

Total, que entre esa vorágine de pensamientos que me avasallaba mientras escuchaba temas como ‘La mejor vista de la ciudad’, siempre me repetía internamente: «ojalá esto sonase en la radio para que lo pudiera escuchar todo el mundo». Y lo pensaba de verdad, creía que eso podría ser la medicina espiritual que mucha gente necesitaba. Me ha llevado un tiempo resignarme a entender que ese tipo de temas no están al alcance de cualquiera. El rap es un género que se respeta en las calles, no en las oficinas, y nació bajo esa necesidad de expresar algo con lo que la música popular no tiene por qué estar necesariamente comprometida.

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En otras palabras: si nunca te has preguntado por qué el pop se llama pop, es un buen momento para googlearlo.

¿Se puede pasar de la calle a la oficina sin perder esa esencia de lo que «es real»?

Uf, qué pregunta más comprometida, eh. Creo que hay mil respuestas posibles, y todas son válidas según la perspectiva que elijas para enfocarlo. Don’t @ me, yo creo que sí.

Si te pones a rebuscar en los orígenes del rap -y en los orígenes del trap si quieres también, por qué no- te vas a dar cuenta rápido de que es una música que nació como salida de emergencia. ¿Qué hacía Tupac cuando empezó a ser una leyenda viva del género? ¿Qué hacía T.I. cuando escribía su famoso ‘Trap Muzik’? ¿Desahogarse? Sí, claro, puede ser. Pero, ¿buscar una forma de escapar de la puta calle y conseguir que todas sus ambiciones -materiales y espirituales- se hicieran realidad? Principalmente.

Creo que es un poco hipócrita reclamarle a los raperos que se queden para siempre en los bancos del parque hablando de que les gustaría ser ricos y comprarle una casa a su madre. En sí, me parece totalmente lógico que, llegados a cierto punto, se digan a sí mismos: «mira, estoy cansado de decirlo, quiero hacerlo de verdad», y se pongan a buscarse la manera de conseguirlo.

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La suerte que tenemos es que Antón Álvarez se tomó la molestia de evolucionar junto a su público; esto es, de mostrarnos su proceso de translación de un aka -es decir, un personaje, un álter ego como era Crema- a otro -C. Tangana-.

La gente no entendía nada cuando Crema dejó de sonar a ‘Cada uno en su lugar’ y empezó a sonar más a ‘Bésame Mucho’ , a ‘Epokhé’ , a todo el disco de «LOVE’S» y a ‘Kind of Red’ de Agorazein. A veces tengo la sensación de que muchos todavía no han entendido nada, aunque por suerte cada vez es menos habitual encontrarse con comentarios diciendo «molaba más cuando era Crema» en los nuevos vídeos de Tangana.

Al chaval le ha costado un puto esfuerzo sobrehumano que la gente entendiera que un artista tiene que crecer y, para ello, necesariamente crece también su música. Cambia, evoluciona, se transforma… ¿Y eso significa renunciar a la esencia? No, qué va. Y por eso un día la mayoría de mis colegas que llevaban años sin escuchar a Antón, porque Antón ya no era Crema sino C. Tangana, volvieron a respetarle cuando salió el vídeo de ‘Alligators’Bang, ¿cómo te quedas?

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El tipo que convirtió el descampado en un jardín

A estas alturas de la peli todos os habréis dado cuenta de que Pucho es un estratega de los pies a la cabeza. Como diría tu abuela «este chico no da puntada sin hilo», y no la da, no. Eso sí, tienes que ser un poco ingenux para creer que su estrategia empieza con la polémica del Primavera Sound y sus comentarios del rey, el beef con Yung Beef y todas las movidas que ha protagonizado este año. Y una mierda.

Para mí, el plan maquiavélico de Tangana para arrasar con la industria musical española se remonta a ese maldito tema vestidito de Lacoste, al día que por fin pudo decirle a sus seguidores de siempre: «chavalxs, el único que puede acabar con Crema aquí, soy yo». Sigue con su reinterpretación de algunos temas top de Drake en aquella mixtape que tanto le reclaman sus seguidores en Spotify –’10/15′ – y con sus uniones con Rosalía para ‘Llámame más tarde’ y ‘Antes de morirme’, y culmina con todo el fregao de ‘Ídolo’ y ‘Avida Dollars’. El resto es historia, como dicen.

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Si lo que yo pretendiera es hacer un artículo explicando metódicamente cómo en realidad Crema nunca morirá porque en C. Tangana siempre habrá de alguna manera reminiscencias suyas, habría cogido y desgranado todas las letras de sus álbumes para poder explicarme mejor. Creo, sin embargo, que eso se merecería un artículo aparte, y que además es una labor que vosotrxs mismxs podéis hacer por vuestra cuenta y llegaréis a estas mismas conclusiones -o parecidas, o a algunas mejores incluso, forreal-.

Pero lo que yo pretendo aquí es reclamar el legado cultural de un tío al que, por más que se le pueda recriminar el haberse vendido para conseguir un buen puesto en la industria, hay que respetar necesariamente, y en especial si lo hacías unos años atrás, cuando su música tenía demasiadas pocas posibilidades de salirle rentable. ¿Por qué? Porque en parte su triunfo también es el tuyo, ¿o no te das cuenta?

Comparto enteramente la opinión de que algunos de los últimos movimientos de Tangana son más bien reprochables, no puedo negarlo. Pero me parece criticable que no use su poder como uno de los artistas más relevantes del país para, por ejemplo, romper con ciertos estereotipos; lo que ya me chirría demasiado es el argumento roído y casposo de decirle que se ha vendido o que ya no es quien era. Vaya tontería, como si tú fueras la misma persona que eras hace 8 años.

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El triunfo de Puchito como C. Tangana es también el triunfo de todos los que le escuchaban cuando era Crema, simplemente porque nunca tendrán que volver a lamentarse de que «este tío nunca vaya a sonar en la radio». Me alegro infinitamente de que el pavo que me ha ayudado veinte veces a curarme las heridas con la música que hacía cuando era un adolescente, sea ahora un joven adulto al que respetan dentro de la industria, con la misma capacidad para sacarse la manga hits como ‘Llorando en la limo’ o himnos al estilo de ‘Spanish Jigga Freestyle’.

Y creo honestamente que ya va siendo hora de que todos los que siguen sin ponerse sus temas «por principios» o «por respeto a la cultura» o por tonterías así, dejen atrás los prejuicios y empiecen a darse cuenta de que estamos ante el mismo tío. El mismo tío, con la misma mente analítica y la misma capacidad expresiva, que ahora ha aprendido a codificar sus letras y sonido para que sea digerible para un público más amplio.

Al menos, ahora si le coge la depresión, es en un Ferrari. Y eso TAMBIÉN debería ser tu orgullo.

Sinceramente, si toda esta evolución no te parece magistral, si lo que esperas es que tus ídolos musicales se queden para siempre en el cuchitril donde grabaron su primer tema por «ser reales», creo que sientes muy poco amor por su persona y demasiado por su faceta de artista. ¿Quieres que trabajen para siempre en un Pans&Company, o prefieres que puedan dedicar el cien por cien de su tiempo en crear nueva música para ti? Piénsatelo.