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Opinión

#HoodStory (Capítulo III): creando nuevos límites, ampliando el territorio

Por Juan Villain / 07/12/2019
#HoodStory (Capítulo III): creando nuevos límites, ampliando el territorio

A principios de la década de los 80 dos hermanos, nacidos y criados en Queens, Nueva York, revolucionaron el mundo del hip hop. El mayor de ellos, llamado Russel Simmons, fue uno de los principales artífices de uno de los primeros hits del rap, la emblemática ‘The Breaks’ de Kurtis Blow.

Este último necesitaba un DJ que le acompañara en sus actuaciones, un diminuto hueco donde Russel Simmons  consiguió colar a su hermano pequeño, Joseph. Esto, que para un chaval de la época era lo máximo a lo que se podía aspirar, no era nada más que el comienzo.

El nacimiento de Run-D.M.C

Muy pocos años después, y con la cabeza bien metida en el panorama del hip hop, Joseph »DJ Run» Simmons se uniría a Darryl »D.M.C» McDaniels y a Jason »Jam-Master Jay» Mizell para formar una banda bajo el nombre de Run-D.M.C.

En aquellos días, el hip hop, a pesar de comenzar a gozar de cierto éxito y visibilidad, aún andaba en pañales. No era un género maduro, pecaba de cierta rigidez formal y su imaginario principal aún no estaba constituido. Necesitaba un icono (Kurtis Blow lo era, por poner un ejemplo, pero no el definitivo), una imagen reconocible, flexible.

Por eso mismo, Run-D.M.C llegaron cuando el hip hop más lo necesitaba. Aquellos tres chavales vestidos de negro, con zapatillas adidas y sombrero se convirtieron en la imagen más reconocible de todo aquel movimiento. Pero aquello no fue lo único que trajeron, con ellos también llegó la mentalidad y la actitud.

Fue precisamente esa mentalidad corporativa y ambiciosa la que permitió al grupo alcanzar cumbres hasta entonces prohibidas para un género como el rap.

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Los frutos del trabajo: El éxito y los premios

Finalmente en 1984 sacan su primer álbum. Un disco homónimo, construido a partir de unas instrumentales frescas, con una percusión marcada, agresiva, y unas letras funcionando como pequeños retratos costumbristas de la vida de cualquier joven negro del Nueva York de la época.

El álbum fue un éxito sin precedentes. El público lo acogió como banda sonora, y la crítica se deshizo en halagos. Tanto es así, que el grupo consiguió la primera nominación para el rap en unos Grammy. Rápidamente, se convirtió en platino, logrando, nuevamente, un récord para el género.

Poco después llegaría todo lo demás: una película protagonizada por ellos (Tougher than Leather, donde también podíamos ver a unos jovencísimos Beasty Boys), el videoclip en MTV, la portada de la Rolling Stone, la colaboración con Aerosmith y el contrato con adidas. De pronto, aquel movimiento nacido en las block parties se había convertido en el niño bonito de la prensa, gracias, en parte, a la capacidad de adaptación de Run-D.M.C.

Tal es el calado del grupo en el imaginario colectivo, que la revista Rolling Stone, en 2004, lo colocó en el puesto número 48 dentro de una lista sobre los mejores grupos de la historia. Cinco años después, en el 2009, serían introducidos en el Rock and Roll Hall of Fame , siendo el segundo grupo de rap en entrar, después de Grandmaster Flash & The Furious Five.

Su legado continúa hasta ahora, y seguramente siga haciéndolo hasta dentro mucho, mucho tiempo. Run-D.M.C fueron los culpables de influenciar a toda una generación de raperos, como veremos en el siguiente capítulo. Cambiaron el juego. No, destrozaron las reglas anteriores para establecer otras totalmente nuevas. Marcaron el camino, fueron luz y guía para todo un género que aún sigue bebiendo de ellos, y no solo musicalmente.


Por si te perdiste el anterior capítulo, aquí te lo dejamos.