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«La maldición»: ¿merece la pena el remake de este clásico del terror?

Por JD Romero / 15/01/2020
«La maldición»: ¿merece la pena el remake de este clásico del terror?

Sam Raimi saltó a la fama con una cinta de serie b llamada «Posesión infernal» (y que damos por hecho que conocéis) a la que Stephen King calificó como «la película más terrorífica de todos los tiempos».

La cinta se convirtió en una trilogía (y luego en un remake y una serie) y Raimi dio el salto a la élite de los directores de inmenso talento pero con gran estilo y personalidad. Tanto es así que el realizador acabó encargándose de la trilogía de «Spider-Man» de Tobey Maguire, cuyo resultado fue sobresaliente y por todos conocido.

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Sam Raimi: del terror de serie b a los blockbusters

Conociendo su flimografía y las películas que produce (no siempre, pero casi siempre) confiamos en el buen hacer de Raimi, en sus tics y en su supervisión a terceros y es por ello que nos alegramos cuando supimos que iba a estar tras el nuevo remake de «La maldición».

Como saben, se trata de una nueva versión de un clásico moderno del terror asiático, estrenada en 2002 tras el éxito de otras como «The Ring», la cinta supo ir más allá hasta convertirse en una especie de cinta de culto, destacada entre cientos que se realizaron con el mismo corte.

Con cierta ilusión pero también curado de espanto (esta era de los remakes nos ha traído grandes decepciones) entra uno al cine a ver qué hay en esta nueva versión de una de las películas de terror más estimulantes dentro de su sub género, y la cinta da lo que promete, aunque justa. Con un guión sencillo, la cinta va introduciéndonos en un logrado ambiente malsano que combinado al toque policíaco encuentra un buen equilibrio.

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Ambientación más que guión en «La Maldición»

El director Nicolas Pesce (tan interesante como arriesgado) aparca aquí parte de los riesgos que conlleva su cine para narrar la historia de una investigación y a través de ella adentrarnos en una historia en la que los fantasmas campan a sus anchas y que nos lleva entre flashback y flashback a 2004 y 2006.

Nos alejamos aquí de los bloques de apartamentos japoneses en un argumento sencillo en el que la atmósfera y los sustos (alejados un poco del jumpscare) son los protagonistas.

Uno se alegra también al descubrir que en una especie de remake estadounidense no haya adolescentes, sino personas de mediana edad e incluso ancianos. Se realiza cierta tarea de accesibilidad pero no se prostituye el producto, y de ese modo no podemos sino recomendar una cinta que parte de la crítica profesional ha vapuleado y que sin embargo es tan disfrutable como digna en tiempos del terror fácil y de consumo rápido.


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