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Recordando aquel mate de John Starks sobre Michael Jordan

Por JD Romero / 09/10/2019
Recordando aquel mate de John Starks sobre Michael Jordan

Hay jugadores cuya habilidad en la cancha es fruto del esfuerzo, del tesón y de la constancia, y que parecen tener la jugada perfecta en cada momento idóneo a fuerza de interiorizar la solución a cada situación que se dé tras una vida de dedicación.

Sin embargo, hay otros a los que parece salirles sola esa magia, esa chispa de espontaneidad gracias a un talento nato con el que incluso estéticamente todo parece más fresco y más plástico.

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El handicap de esa habilidad de nacimiento y esos arranques hipnóticos son la otra cara de la moneda: se trata de jugadores capaces de lo mejor y de los peor. Y si hacemos memoria y traemos a la palestra a uno de esos ballers que mejor resumen esas características, no podemos sino acordarnos del maravilloso e infame John Starks, aquel legendario número 3 de los Knicks de Nueva York (cuando eran un equipo respetable).

Nacido a mediados de los sesenta en un lugar tan poco baloncestístico en esa época como Oklahoma, la vida y la carrera previa de Starks fueron tan especiales y llenas de rarezas y casualidades como su recorrido en la NBA. Un tipo que hoy es un jugador de culto recordado con especial nostalgia, pero que fue rechazado por la NBA en principio, o mejor dicho: no fue seleccionado por el Draft de su año 1987.

De ser ignorado a ser recordado para siempre

Tras el varapalo que supuso no ser elegido por la liga más importante del mundo después de promediar 16 puntos por partido en la Universidad de Oklahoma State, Starks decidió probar en las ligas CBA y WBL. Hasta que dos años después tuvo una prueba con los Knicks de Nueva York.

En un entrenamiento para demostrar si tenía la valía suficiente para quedarse en el equipo, al bueno de John Starks no se le ocurrió otra cosa que intentar impresionar al personal haciendo un mate por encima del legendario Patrick Ewing (que mide 2,13m, casi 20 centimetros más que Starks), lo que resultó con una lesión de rodilla del de Oklahoma.

Y, cosas de la vida, aquella lesión le salvó la carrera a John Starks y dio a los Knicks su mejor época de la historia como club. Según una cláusula del contrato que había firmado Starks, el equipo neoyorkino no podía despedirlo a no ser que se recuperara antes, lo que unido a una lesión del escolta Gerald Wilkins hizo que no quedara otra que acabar probando con el propio Starks.

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El jugador pronto se hizo con el cariño de la afición con esa mezcla de carisma, trash talk, talento nato y explosividad y pasó de hacer una prueba con pocas posibilidades con los Knicks a permanecer nada más y nada menos que ocho años con la franquicia de la gran manzana.

Las camisetas con su número 3 se vendían como churros, en parte por la publicidad gratis que le hacía un cineasta (que probablemente os suene) llamado Spike Lee y que estaba cada partido en pie de pista con el jersey de Starks. Pero aún así, el momento de gloria de John Starks como jugador estaría por llegar y acabaría por ser una de las jugadas más recordadas de todos los tiempos en la historia del deporte de la canasta.

Los playoffs del ’93: la jugada de oro de Starks

Con los Knicks en playoffs en el año ’93 (quién iba a decirlo un poco antes), y emparejados con el equipo más mítico de todos los tiempos (los Bulls de Michael Jordan y Scottie Pippen), llegó la gran jugada.

Starks subía el balón defendido agresivamente por B.J. Armstrong -entonces base de los Bulls-, corrió hacia la canasta (previa cortina de Patrick Ewing), saltó e hizo un mate por encima de nada más y nada menos que Michael Jordan y Horace Grant. Y la historia se hizo: un tipo que entró a duras penas en la NBA tras venir de rebote de las ligas comerciales, acababa de hacer un mate espectacular sobre el mejor jugador de todos los tiempos y el ala pivot del otro equipo.

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La cosa fue tan relevante que desde entonces a esa jugada se le ha llamado «El mate» o «The Dunk».


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