10 cosas que jodieron España en los 2000 (aún más)
Podríamos hablar de la crisis, políticos de mierda, funcionarios incompetentes o actos terroristas, pero, ¿cuáles fueron las cosas que verdaderamente jodieron nuestros cerebros y perpetuaron la incultura y falta de sentido común arrastrada desde los noventa? Hablemos de programación televisiva, tendencias, costumbres, comportamientos sociales o estéticas. Hablemos de la parte española más mugrienta y cutre de la década de los grandes avances tecnológicos, del gran apagón, y de la de las falsas propuestas de «año nuevo, siglo nuevo y milenio nuevo». Admitimos sugerencias.
Los Serrano
A día de hoy, miras fotos de la serie y dirías que fue en los 90, pero así fue el rollo desde 2003 hasta 2008: follarte a tu hermanastra no está tan mal (aunque el sexo nunca se consumara), no saber hablar mola y el secreto de la felicidad no es otro que no pensar demasiado. Santa Justa Klan y el dichoso ‘mayormente‘, la secuela por excelencia inventada por el colega Fiti, que posteriormente hasta la RAE tuvo que aceptar como sustituto de ‘mayoritariamente’, sucumbiendo al garrulismo popular.
Toda una guerra de cinco años contra las neuronas de todo un país de la que aún estamos sufriendo la resaca, digna de encabezar nuestro top, también porque dio lugar a una larga lista de clones de series de mierda que aún hoy siguen siendo líderes de audiencia. Hasta los creadores se acabaron sintiendo culpables y le cargaron toda la responsabilidad al sueño del «pobre» Antonio Resines.
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Operación Triunfo
En Octubre de 2001 Televisión Española dio a luz a una de las peores masacres culturales de nuestro país, de la que luego cedió la custodia a Mediaset (cómo no). ¿A quién le importa una mierda la creatividad si pueden seguir escuchando las mismas canciones casposas de los 90 con otra voz? La masa no quiere recetas nuevas, quiere refritos, y ellos lo sabían.
Operación Triunfo cumplió claramente una doble función: controlar la industria musical desde la tele y asegurarse de reafirmar los valores de la música Española: «no al cambio, nos encanta Sabina, Serrat y el de la moto, y si eres joven y te gusta algo nuevo te jodes; los queremos para siempre». Además, OT cambió por completo la concepción popular del esfuerzo artístico. «Si sabes cantar vete a la tele y que te hagan estrella por arte de magia. Si estás luchando por tu cuenta y eso no ha pasado aún no vales.»
Lo peor fue que la gracia duró 10 años y funcionó más allá de las primeras tres ediciones, supongo que, porque hasta los más listos estaban demasiado ocupados con las tetas de la presentadora de Aquí Hay Tomate como para denunciar el holocausto neuronal. Además, debemos mencionar que este programa también parió a Risto Mejide, del que aún estamos por determinar si es ángel o demonio.
El chat de Terra (y similares)
Los chats públicos del 2000, esos sitios donde se conectaban miles de personas guiadas por nicknames, dispuestos a poner su vida, emociones y genitales ahí fuera por un poco de cibercompañía. Ni fotos, ni apellidos, ni siquiera nombres; sólo morenika_16 o pixalarga_38. Moló, hasta que se convirtió en un vicio sin sentido para casi todas las generaciones del que tuvo que salvarnos el Messenger.
Los jóvenes lo comentaban y los adultos lo escondían. Tú chateabas en lugar de estudiar, y tu padre buscaba excusas para irse a fantasear virtualmente, normalmente con unos adolescentes gamberros que se hacían pasar por mujeres. Eso, o todos conocimos al mítico colega que tenía una novia virtual la cual nunca quería hablar por teléfono.
Gran Hermano, o mejor, Gran Hermano VIP
Reconócelo, tú también viste el primer Gran Hermano. Yo también. Lo pienso y joder, el concepto estuvo bien: un programa molón exportado del extranjero, cuya finalidad era coger a un grupo de 10 personas y encerrarlas cual ratas de laboratorio para ver por dónde explotan. Era cuanto menos morboso, y todo un estudio sociológico bidireccional. Aunque como era obvio, lo peor estaba por llegar cuando nos dimos cuenta del oler a mugre desde la segunda edición. Y digo mugre, pero debería decir olor a fosa común cuando eso se convirtió en un salvavidas para famosos acabados y ex mujeres de toreros (o similares) con su versión VIP. Very Important Person, y así fue, España volvió a centrar gran parte de su atención popular en los personajillos más detestables de nuestra queridísima patria.
Por no decir, que con esto Mercedes Milá empezó a aparecer hasta en la puta sopa.
El corte de digestión
Hoy es 18 de Agosto, este verano está siendo el más caluroso de los últimos 3.000 años (aunque crees que el año pasado dijeron algo parecido) y llevas todo el santo día en la piscina. Eso de que el agua da hambre parece ser cierto, así que te acabas de atiborrar en el césped y claro, por si las moscas, te toca esperar al menos una o dos horas antes de entrar al agua. Porque la jurisdicción de las abuelas lo decidió así y punto, te jodes, te torras al sol antes de meterte a la piscina y, por supuesto, pasas el ridículo de mojarte la nuquita y la barriga antes de hacer el salto. Seas de los de bomba, de los de palillo o de los del salto perfecto de cabeza, el -prácticamente- mito del corte de digestión te siguió jodiendo la vida también en los 2000.
La moda ‘Technowave’ y ‘Buffalo’
¡Qué tiempos aquellos! Pantalones fosforitos y acampanados para ellas, anchos de tela y con tiras feas para ellos, y zapatillas que dañan la retina para todos. Esas Buffalo (Osiris si eras un poco más fino) que te costaban un ojo de la cara o de la cara de tu madre. Technowave, Rottweiler y No Fear copaban un mercado que no sólo vaciaba carteras sino cerebros.
Esta moda, que era como la versión más pocha de los Cyberdogs londinenses, era un claro manifiesto estético de que España no quería olvidarse de los 90 y su ruta del bakalao. Por suerte, no duró tantos años y los propios consumidores se encargaron de repelerlo pronto, algunos para empezar a vestir como personas, otros para pasarte a Rip Curl.
España 2000 y la moda facha
España 2000. Cuatro palurdos siguen luchando porque el espíritu de Franco vuelva, y nadie les mata. Aunque el partido se comió poco más que media rosca, un par de hostias, y alguna farola llena de pegatas, lo que representaban estaba algo más latente: la moda fachilla. Durante los 2000, en muchos pueblos provincianos españoles los jóvenes fingían ser fascistas, o neonazis, o «no racistas sino ordenados», o como coño quisieran llamarlo. Ser facha molaba, y si tenías un amigo rumano nacido en España molaba el doble, ¿no?
Un cuarto de los adolescentes provincianos pasaron su temporada de instituto (y algunos parte de su juventud) revindicando gilipolleces, diciéndole a todo el mundo que «la culpa es de los moros» y flipando con American History X como si de un tributo al nacionalsocialismo se tratara (se ve que todos se quedaron dormidos antes de la mitad). Total, para que la mayoría de ellos acabaran comiendo en el Kebab, o como mínimo, fumando hachís.
El rey pintado de negro de la cabalgata
Baltasar no era negro, era un blanco pintado con el carbón que guarda por si has sido niño malo, dice la biblia. En plena década de los 2000, con toda la llegada de inmigrantes a la Península y un gobierno que se empeñaba en disimular su xenofobia con una renovación del sistema de ayudas, los ayuntamientos seguían poniendo a un blanco pintado de negro para tirar dulces en cada cabalgata.
¡Cómo se va a contratar a un negro en un acto público, no vayan a pensar nuestros hijos que sirven para algo más que para vender CD’s piratas!
Hombres mujeres y viceversa
Desde Junio de 2008 y todavía en activo, otra de las peores catástrofes culturales, otra capítulo de la saga Mediaset VS La Inteligencia del Español Medio: los tetes y las tetas. Un estatus más de canis y chonis, además de una manera de decirles a nuestros hermanos pequeños que la forma de conseguir salir con la persona de sus sueños es compitiendo como animales. Todo ello, por supuesto con guión, y esa frase popular de «¡eh, que Rafa Mora no es tan tonto, se ha forrado montando bares!» Un fuerte aplauso.
La causa por la que los marginados de tu clase ahora han crecido y llevan gorras planas y se chutan ciclos, por la que el electro latino se ha transformado en la música de referencia en los garitos de la chusma, la abundancia de los tatuajes cutres, la vuelta de las extensiones y un largo etcétera.
Que el doblaje siguiera existiendo (y lo que le queda)
¡No! Bruce Willis no tiene una voz de la hostia. Sí, te mola tanto Denzel Washintong porque Pedro Molina es un actorazo de doblaje, que por cierto también carga con los papeles de Andy García o Jean-Claude Van Damme entre otros. Pero, guardando el respeto a todos estos profesionales que le salvan el culo al populacho español, el hecho de que el 100% del cine emitido en España sea doblado es un problema, y de los gordos. Si ya éramos el tonto del chiste cuando el alemán contaba la de ‘el inglés, el chino, el italiano y el español’, esto ha alimentado la imagen de España como un país de gañanes por todo el globo. Lo peor de todo es, que pese a que es algo que lleva estigmatizando a nuestra patria desde principio de los tiempos, no hay ninguna intención porque cambie. ¡Y además opinamos sobre el Óscar a mejor actor!
Quizás, si el doblaje en España fuera algo meramente excepcional, hasta tu tía de Alcollarín diría ‘hello‘ en lugar de ‘jeloú‘ y en las aulas los profesores se ahorrarían ese trabajo malgastado en ejercicios de speaking.