«Dolor y gloria» de Almodóvar: ¿es realmente una obra maestra?

Cuando hablamos en España de Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, 1949) normalmente hay dos posturas opuestas: los que aman su cine, y los que no llegan a comprenderlo o a empatizar con él. Sus propuestas complejas, polémicas y la muestra de una España que muchos no quieren ver, hace que se polaricen las opiniones en torno a su figura, algo que sin embargo no pasó tanto con «Dolor y gloria», su última película.

Aunque curiosamente, Almodóvar es reconocido en todo el mundo con un absoluto talento del cine y prueba de ello son dos Oscars de la academia de Hollywood.

Si se suele decir que nadie es profeta en su tierra, parece que el realizador manchego es el mejor ejemplo de la tan manida (y real) frase. En el mundo entero está reconocido como cineasta y aquí no sabemos muy bien como encajarlo.

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Pero parece que eso se acabó: el constante reconocimiento y las nominaciones exteriores a «Dolor y gloria» (2019) hicieron que la cinta de Almodóvar arrasara en unos Goya celebrados en Málaga y que el realizador, de algún modo, se reconciliara con el cine español. Más vale tarde que nunca.

Tampoco ha venido la mal la ayuda de alguien tan querido como Antonio Banderas para el papel protagonista.

«Dolor y gloria» cuenta entre flashbacks y su época actual la vida de Salvador Mallo, un director de cine de reconocido prestigio.

Entre los vaivenes de la infancia, las rupturas amorosas, el descubrimiento (tardío) de las drogas y los vacíos existenciales descubrimos en la cinta mucho más de lo que vemos superficialmente. Y es que el último film de Almodóvar no solo es una especie de autobiografía, también un exorcismo y un enfrentamiento a sus inseguridades, sus miedos y a un alma muchas veces deshabitada. Un pasaje común entre los artistas.

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Es por ello que el filme es desgarrador, emotivo y sincero. Nos preparan para el éxito económico y social, pero cuando eso llega y hemos trabajado para conseguirlo durante años nos damos cuenta de que las heridas y el vacío siguen estando ahí, entonces, ¿qué sentido ha tenido todo este esfuerzo?

Almodóvar bucea por esos caminos de manera notable, conocedor de esos sentimientos mejor que nadie, y es por ello que la cinta funciona y su reconocimiento en todo el mundo es una prueba de esa sinceridad bien dirigida en forma de largometraje.

Una cinta honesta y sufrida que se mueve por caminos en los que solo conectarán los que han caminado por ellos. Film sobresaliente y  prueba definitiva del talento del manchego para aquellos (pocos) que aun dudaban.