¿Y si aceptamos ya que la evolución de la cultura urbana es inevitable?
Recuerdo que siendo un niño, cuando empecé a oír rap, un conocido de mayor edad me decía que los artistas que yo escuchaba no eran reales, que hacían música a la moda.
Se refería a Nas, The Notorious BIG, Wu-Tang Clan o Mobb Deep, artistas que luego fueron absolutamente respetables e históricos, pero que en aquel momento (y comparados con otros como Run-DMC ) significaban una revolución en el sonido y en la cadencia que a los más veteranos les podía resultar chocante.
Parece que cuesta respetar a los que vienen después
No me refiero a cuando Bad Boy Records apostó por artistas como Ma$e o cuando parte de la industria del rap se tiró al charco de un sonido accesible para un público norteamericano blanco e incluso por europeos y asiáticos no adscritos al movimiento.
Hablo de artistas y grupos con un sonido tan cercano a la calle que hoy son referente por su falta de comercialidad. Aun así, al haber cogido el testigo de la generación anterior y evolucionar, podían sonar demasiado subversivos para los que se familiarizaron con el sonido de antes.
El rap, como todos los segmentos y facetas de la vida, evoluciona y eso nos puede gustar o no, podemos aceptarlo o renegar de ello. Cuando hacemos nuestros oídos a unas características musicales y a una estética exacta y definida, entramos en una zona de confort, pero o ese mismo sonido y esa moda en la ropa evoluciona, o acaba muriendo.
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La cultura y la música urbanas evolucionan, sus oyentes también
En España pasó lo mismo que en Estados Unidos cuando lo que llamamos música urbana fue avanzando espontáneamente y se convirtió en lo que es ahora. Hubo artistas que quisieron colaborar con los más jóvenes y nuevos (y de camino se hicieron conocidos por generaciones posteriores) mientras otros prefirieron renegar y desdeñar esa música.
En realidad, no hay una postura correcta. Puedes sentirte cómodo con un sonido concreto o puedes ir oyendo toda la evolución de un género (o géneros que nacen de uno mismo) e ir adaptándote a las nuevas tendencias. Ambas opciones son respetables, faltaría más.
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Quizás, lo único que chirría es el insulto al que viene después. Las generaciones son hijas de su tiempo y necesitan expresar sus alegrías, frustraciones y todo el rango de emociones con el sonido que más se adecue a lo que sienten. Una expresión artística debe ser libre y puede -y debe- eliminar la parte que cree que le sobra y beber de la que piense más necesaria. Nos guste o no.
Es verdad que la música urbana se ha reducido a una expresión más superficial y menos combativa socialmente y eso es ser hijo de su tiempo.
Las redes sociales reducen problemas graves y complejos a una imagen o un slogan, y la música no puede dejar de ser influenciada por algo tan potente como eso. De hecho, incluso en una época tan convulsa y con tensiones raciales como las actuales en Estados Unidos, la parte más joven de los artistas de allí ha preferido mirar para otro lado, quizás por hartazgo, desmotivación o cansancio.
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Puede que una generación que por primera vez vive peor que sus padres haya perdido la motivación hasta tal punto que prefiera usar la música como simple objeto de diversión, aunque luego se droguen para intentar abstraerse de las heridas causadas por una sociedad que parece ofrecerles poco y culparles de mucho.
Sea como sea, cada edad tiene todo el derecho del mundo a refugiarse en la música de la manera en que crea o pueda, del mismo modo que nosotros tenemos el derecho a escucharla o buscar alternativas. Podemos aceptarlo o no, pero no se puede parar el mañana. Y después de mañana volverá a venir otro día. La evolución de la cultura urbana es, sea como sea, parte de un proceso inevitable.
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