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Opinión

La importancia de unos tipos llamados Mobb Deep

Por JD Romero / 06/08/2020
La importancia de unos tipos llamados Mobb Deep

Aunque todo el mundo los conoció con el histórico e hiperreivindicado «The Infamous» (que salió a la venta en abril de 1995), lo cierto es que ese era su segundo álbum tras «Juvenille Hell» , que fue editado el mismo mes pero de dos años antes.

Aunque todos conocen hoy su primer trabajo debido a la fama posterior del grupo, lo cierto es que en su salida pasó prácticamente sin pena ni gloria, el grupo era demasiado joven cuando salió el disco y aún no habían definido 100% su estilo. Algo que no deja de ser llamativo hoy día, ya que si por algo se caracterizan Mobb Deep es porque somos capaces de reconocer su estilo con solo unos segundos de canción.

Pero vayamos al grano. Nueva York es un sitio hostil, así de claro. No lo es tanto si vives en ese parque de atracciones llamado Manhattan o si tienes uno de esos apartamentos de Tribeca, pero si lo era en el Queens de finales de los ochenta y comienzos de los noventa, donde crecieron Havoc y Prodigy. Una ciudad de extremos entre el intenso frío del invierno y el sofocante calor del verano, claro que el clima no es nada comparado con lo que era vivir en aquel contexto en aquella época.

Mobb Deep: la mejor radiografía posible de la Nueva York de los 90s

En plena era del crack, decir que era complicado sobrevivir en el barrio de Queens (ese que cruzas al salir del aeropuerto JFK en busca de tu hotel) es casi un eufemismo. La droga trajo un «sálvense quien pueda» que se tradujo en tiroteos, prostitución, pobreza y, por supuesto, los trapicheos. Siempre se ha dicho que el propio Reagan financió la contrarrevolución en Nicaragua mediante el crack, para que nos hagamos una fotografía de como era de grande el tema.

En un contexto como ese, lo que dúo hizo probablemente mejor que nadie fue encapsular un sonido nostálgico, melancólico y agrio que sumado a la fuerza de las percusiones y a lo lineal de sus raps servía como perfecta descripción mental de la Nueva York de los barrios en los noventa.

Mobb Deep no solo eran buenos porque sus beats y sus raps eran del máximo nivel, sino por haber sabido trasladar todas esas vivencias a ese universo sonoro, de modo que oír uno de sus discos (sobretodo «The Infamous» y «Hell on Earth») es casi como teletransportarse al Queens de aquel momento.

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Entre trapis, tiroteos, charlas en los bancos y canchas de basket, Mobb Deep se crearon una imagen casi de verdadero altavoz de la calle, alejados de la militancia de Public Enemy, la relativa ingenuidad de KRS One, lo pseudoexperimental de Wu-Tang Clan y del genial primer disco de Capone n’ Noreaga que claramente bebía del dúo del que hoy hablamos.

Es por ello que oír «The Infamous» y «Hell on Earth» es casi como darle al play a discos conceptuales, en los que escucharlos enteros es el modo a proceder. Casi como si se tratara de películas (aunque más bien son radiografías del barrio) es imposible entenderlos al completo o disfrutarlos en su extensión si uno se salta trozos, intros, outros e interludios.

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Por eso cuando uno habla de Mobb Deep lo hace de gran parte de la historia del rap en mayúsculas de la costa este. Un legado que, con la muerte de Prodigy, no hizo sino amplificarse, o más que amplificarse que el mundo entero les diera el sitio que se merecen tras los experimentos con 50 Cent y similares.

Al César lo que es del César: Mobb Deep son más grandes que grandes… aunque eso ya lo sabes.