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Opinión

Hasta siempre Joe Jackson: la historia de Michael Jackson y su padre

Por JD Romero / 30/06/2018
Hasta siempre Joe Jackson: la historia de Michael Jackson y su padre

Cuando nació el primogénito de Michael Jackson y fue bautizado como Prince, no fueron pocos los medios que lo tildaron de egocéntrico: el llamado ‘rey del pop’ llamaba a su hijo ‘príncipe’ en un alarde de oficializar una especie de título nobiliario en la realeza musical… Pero nada más lejos de la realidad.

Lo cierto es que el abuelo y el bisabuelo de Michael se llamaban así y el cantante quiso elegir ese nombre por ellos y también como gesto a Katherine, madre de Michael y la que fuera su persona favorita en el mundo.

Siempre se había contado en la familia que cuando el bisabuelo materno del artista cantaba mientras recogía algodón en los campos, el resto de esclavos podían oírlo a kilómetros y se quedaban hipnotizados con el timbre y la belleza de su voz. Por lo tanto, de dos príncipes nació un rey y no al contrario, tal como los tabloides y su establecida ignorancia nos hicieron ver.

Like, really?

El talento de la familia Jackson

De esa manera, lo de la música en la familia de Michael no era nada nuevo. Su madre era una gran aficionada al country (no en vano se crió en Alabama) y Joe Jackson tocaba en un grupo llamado ‘The Falcons’. No era nada del otro mundo, aunque eran conocidos a nivel local y podía sacarse un extra, ya que lo que ganaba en la fundición no era suficiente para mantener a una familia tan numerosa.

El resto se conoce: el primogénito montó un grupo con sus hijos, dejando a Michael de lado porque era demasiado pequeño. Pero Katherine lo había oído con poco más de tres años cantar y bailar al ritmo de la radio e intentó convencer a Joe, cosa que no sucedió hasta que el pequeño Michael ganó el concurso de talento de fin de curso de la escuela cantando ‘Climb Every Mountain’ con sólo cinco años, dejando boquiabiertos a todos los presentes.

Era tal la pasión, el sufrimiento y la capacidad para conmover del pequeño Michael (esto lo han repetido hasta la saciedad arquitectos de la Motown como Berry Gordy, Diana Ross o Smokey Robinson) que parecía que su propio abuelo cantaba a través de ese niño de parvulario y sacaba toda la tristeza de haber sido esclavizado.

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Pero no hemos venido aquí a volver a narrar la historia del artista más grande de nuestra época, sino a comprender su mente a través de la educación de su padre, fallecido hace escasos días.

Joseph Walter Jackson fue boxeador, gruista en la fundición local y músico amateur junto a su propio hermano. Sin embargo, todas sus aspiraciones vitales (solía repetir a Katherine «vamos a ser algo grande») se vieron frustradas, siendo además padre de once hijos a los que apenas podía mantener y viviendo hacinados en una casa de dos habitaciones en Gary (Indiana), una de las ciudades más empobrecidas de Estados Unidos.

Joe había tenido una experiencia vital tan frustrante que al ver el talento de sus tres hijos mayores no dudó en apostarlo todo y convertirlos en un grupo, al que luego se unirían los pequeños Michael y Marlon. Joseph sabía que no sólo valía con tener talento: había que trabajar duro y sus sesiones de ensayo con sus hijos son tan notorias por su gritos y agresiones que el propio Michael jamás pudo recuperarse de aquello.

Si comprendemos la mente de Michael, podemos ver las enseñanzas de su padre absolutamente inculcadas en su cabeza como un mantra inamovible: «Los Jackson no ganan el segundo puesto, pierden el primero». Por esa razón Michael se convirtió en el artista más exitoso -a todos los niveles- de todos los tiempos, pero también en una personas desesperada en conseguir la felicidad.

Tener sobre los hombros toda esa presión no puede ser fácil…

Éxito vs. Felicidad: el martirio de Michael Jackson

Cualquier artista del mundo se hubiese conformado con conseguir el 1% del éxito de Michael, pero para él nunca fue suficiente: una vez logrado el primer y segundo disco más vendido de la historia, ¿qué quedaba? Y el rey del pop pareció vivir un infierno de frustaciones y maltratos que volvían una vez y otra a su cabeza en vez de disfrutar de ser uno de los genios más grandes de la historia.

Como si su padre estuviese en el lateral del escenario esperando con el cinturón en la mano, Michael Jackson repetía sus magistrales movimientos de baile en cada concierto ante cientos de miles de personas en una mezcla entre pasión y dolor. Unos sentimientos que hacían que su público llorase de la emoción sin saber por qué, y es que el pequeño de los Jackson Five utilizaba sus directos y sesiones de grabación para expulsar su montaña rusa de alegrías y tristezas. La dicha de ser el cantante más reconocido del mundo, la pena de que todo ello fue fruto del abuso.

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Las palabras de Joe repetidas sobre Michael una y otra vez hicieron que su percepción del éxito se basase únicamente en la venta de discos y sold-outs en los estadios. Cuando -durante la grabación de ‘Bad’ en 1986- el rey del pop escribió la cifra de 100 millones en el espejo del baño del estudio sólo se refería a eso: si con ‘Thriller’ había vendido cincuenta millones de álbumes, con el siguiente LP había que doblarlo. Algo imposible porque no había cien millones de personas en el mundo con poder adquisitivo suficiente y en el rango demográfico exacto.

Cuando no lo consiguió comenzó la historia del juguete roto; la persona más popular del globo era incapaz de ser feliz y no sabíamos muy bien por qué. En el fondo, suponemos que Michael boicoteaba su propia felicidad con metas imposibles y sencillamente su mochila emocional era tan pesada que que lo intentó de todas las maneras (ventas de discos, ayuda al tercer mundo, cirugía plástica…) y no lo consiguió.

Pero Michael fue capaz de perdonar a su padre en vida, declarando «ese hombre era un genio» y «si mi sufrimiento ha servido para ayudar a los niños necesitados, entonces ha merecido la pena».

Adiós, Joe. Adiós, Michael.

Recordemos que el autor de ‘Billie Jean’ donó alrededor de cuatrocientos millones de dólares a la beneficencia (el récord de la historia para un artista) a lo largo de toda su vida. De esa manera, Michael hizo borrón y cuenta nueva y educó a sus hijos de modo diferente y en el amor a sus abuelos. Las preciosas palabras de Paris Jackson (hija de Michael) en despedida a su abuelo son la prueba de que así fue: cada vez que Michael tuvo que elegir entre el amor o el odio siempre se quedó con lo primero, aunque tuviera que pagarlo con su vida, la mayor prueba fue el montaje para acusarlo de abuso a un menor.

Tal como dijo Paris Jackson en Instagram, Joseph Jackson fue el primer Jackson, el que lo logró todo. Un tipo rudo que apenas había pisado la escuela y que logró que su hijo se convirtiera en el artista más reconocido y admirado de todos los tiempos y el que más hizo por ayudar a los más desfavorecidos. La dureza del padre y el talento del hijo, ¿cual es el nombre completo del rey del pop? Michael Joseph Jackson. Que ambos descansen en paz.


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