3 lecciones de marketing que aprender de JAY-Z (Parte 2)
En el anterior artículo sobre las lecciones de marketing que aprender de JAY-Z comentábamos cómo una sola entrega se quedaba corta.
Y no lo decíamos por decir, son tantas los pasos acertados con los que el de Brooklyn ha cimentado su carrera que no podemos sino intentar observar y extraer todo lo posible, bien por propia curiosidad o bien para utilizarlos en nuestros propios proyectos creativos o empresariales.
Y si ponemos el foco de atención en cada una de esas decisiones, vemos cómo nada es casualidad. Bien es cierto que Shawn Carter quedó arriba cuando mataron a Tupac y Biggie Smalls (sus dos competidores más directos), pero ¿cuántos rappers de los que hoy no nos acordamos estaban ahí en los noventa? El neoyorkino no solo se ha mantenido arriba en lo musical, sino también en la empresarial y en lo social.
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Porque esa imagen impoluta que da tranquilidad a los inversores a la hora de asociarse con él no la tiene -ni mucho menos- Kanye West, por poner un ejemplo de alguien cercano en status, y es otro de los valores de marca que el propio Jay tiene como personaje y como persona. Hoy en The Medizine volvemos con las lecciones de marketing que podemos aprender de Shawn Carter, el tipo que fue del ghetto a la ONU pasando por Reebok y Cohiba.
1. Hay que romper esquemas
Hoy en día nos hemos acostumbrado a los vídeos en yates, pero el primero en hacerlo a lo grande fue JAY-Z en ‘Big Pimpin’.
Corría el año 99 cuando para esta canción producida por Timbaland (y con un sample de Baligh Hamdi) Carter se fue a Trinidad en la época de Carnaval, alquiló el yate disponible más grande y luego terminó de rodar en mansiones de Miami. Para variar, el vídeo fue dirigido por el especialista en estas cosas Hype Wlliams (una leyenda del sector), y acabó siendo el single más exitoso del álbum del que se extrajo (‘Vol.3…Life and Times of S. Carter’).
Por supuesto, fue elevar el listón aún más en el género y que todo el mundo hablara de ello. Incluso para las cosas que tenemos más aceptadas hoy día, tuvo que ser alguien el primero, y en esto que vemos ahora tan normal fue de nuevo Carter el que comenzó.
2. Recordar que «con quien te vi, te comparé»
JAY-Z aprendió de otros el valor y el status que da rodearte de auténticos peces gordos.
Y es por ello que hemos podido verle (y por supuesto hay constancia en fotografías, sino no sirve de nada) junto a Barack Obama, Warren Buffet, Robert De Niro o el mismísimo Michael Jackson (al que llegó a subir en el escenario en uno de sus conciertos).
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El rapero sabe que al rodearse de personas con un status mayor, uno se apropia de esa imagen y su valor de marca sube instantáneamente, por lógica asociación. Y no ha dejado de hacerlo desde los años noventa.
3. Tener un pie en la calle y otro en Wall Street
Carter siempre tuvo claro que las marcas necesitan credibilidad y autenticidad para vender productos, y que eso se encuentra en la calle. Y JAY-Z siempre fue el compendio perfecto entre cierta credibilidad callejera (al fin y al cabo es del ghetto de Marcy, en Bed-Stuy) pero con la estabilidad emocional, la serenidad y la inteligencia como para cumplir siempre con las grandes corporaciones.
Por eso, entre productos licenciados, asociaciones y royalties ha sido el rapero que más años lleva encadenando éxitos empresariales. Jay le da a la marca la conexión con la calle que empatiza con el público y él recibe a cambio una ingente cantidad de dinero.
Una regla básica del marketing que no todos parecen entender (o conocer) y que el de Brooklyn ha sabido mantener ya durante décadas.
Y ya que recordamos a Michael Jackson, he aquí un libro que está encantando a sus fans.