La historia del restaurante McDonald’s más bonito del mundo
Seas de donde seas, la imagen mental que tienes de McDonald’s es muy parecida. Tanto si el restaurante está dentro de un centro comercial o alguna zona de compras, como si es el típico chalet que ves por la carretera: la guía de estilo es cerrada y muy similar en todo el mundo.
Y lo es por la sencilla razón de que cuánto más reconocibles sean, más fácil será identificarlos y acabar entrando y pidiendo. Es por la misma razón que el logotipo y la tipografía (y la «M» gigante) apenas han cambiado desde su fundación en los ya lejanos años cuarenta. Si, por mucho que a nivel promocional -casi- siempre estén al día, lo cierto es que la compañía es de todo menos nueva.
Pero hay un restaurante que destaca y se diferencia de la gran mayoría de franquicias en todo el mundo, y está localizado en Long Island (Nueva York). Si crees que lo digo por decir solo tienes que saber que se encuentra dentro de una mansión de estilo georgiano del siglo 19 en el condado de Nassau. Ahí es nada.
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¿Es este el McDonald’s más bonito y clásico del mundo?
De hecho, la casa fue construida en 1795 por uno de los descendientes de los fundadores del pueblo de Hempstead. La mansión fue pasando por diferentes herederos dentro de la misma familia, hasta que pasó a manos ajenas tras la segunda guerra mundial.
Fue entonces cuando la llamativa vivienda fue transformada en diferentes restaurantes, hasta que McDonald’s adquirió la propiedad a mediados de los años ochenta. La cosa no saltó como noticia hasta que empezó a saberse que la compañía de comida rápida quería derrumbar la casa y construir su típico chalet-restaurante. Exacto, como los que hay en todo el mundo.
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Pero todo no fue tan sencillo para el gigante de la comida rápida. Al tratarse de una construcción histórica y -visiblemente- bella, los vecinos comenzaron a quejarse, ya que el edificio forma parte de la estética de la comunidad desde finales del 1700.
Por si fuese poco, a la mansión se le dio el calificativo oficial de «monumento histórico», con lo que desde McDonald’s estaban en un aprieto.
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Pero no hay nada mejor (ni más sabio) que convertir los defectos en virtudes, y de ese modo el gigante de las hamburguesas restauró la casa respetando la arquitectura original y la acabó convirtiendo en el McDonald’s más bonito (o al menos el más clásico) del mundo.
Así que si eres fan de las hamburguesas de la «M» gigante y quieres probar una de ellas en un contexto completamente diferente, tu próxima parada (tal como te dejen viajar con las restricciones del COVID-19) está en Long Island, Nueva York.
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