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Opinión

1 año y 1 día de la muerte de Nipsey Hussle: algunas reflexiones

Por JD Romero / 01/04/2020
1 año y 1 día de la muerte de Nipsey Hussle: algunas reflexiones

Nipsey Hussle estaba teniendo diferentes reuniones junto a la policía de Los Ángeles (LAPD) y Roc Nation para ayudar en la prevención de la violencia de las pandillas en el sur de la ciudad.

Tan solo unos días después, era asesinado a tiros en la puerta de uno de sus propios negocios (en concreto una tienda de ropa llamada «Marathon Clothing»). Fue casi como si el destino no quisiese que sus planes siguieran adelante, en una especie de injusticia poética.

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Aunque era de origen eritreo, Hussle (cuyo nombre real era Ermias Asghedom) nació en la ciudad angelina y conocía mejor que nadie la violencia sinsentido que azota la ciudad desde la llegada del crack en los ochenta hasta nuestros días.

Da igual que la venta y consumo de esa droga concreta haya disminuido razonable y lógicamente, sigue existiendo el mayor germen posible para la violencia: la pobreza y la desigualdad.

Con Nipsey Hussle no solo perdimos a unos de los raperos con más talento de Estados Unidos (y digno sucesor de algunos iconos a los que se asimilaba como artista), sino que se unía a una larga lista que incluía ya a demasiados: Tupac Shakur, Notorious BIG, Big L, Freaky Tah, Jam Master Jay, Proof, XXXTentación o Pop Smoke, solo por nombrar algunos.

Distintas generaciones y estilos con algo excesivamente triste en común.

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Muchos artistas dentro de la cultura hip hop provienen de una serie de barrios marginales en los que la venta de drogas se convierte en casi la única opción segura de pagar las facturas, lo que se retroalimenta de la exhibición de ese mismo delito que se hace desde el mismo género, dando lugar a una especie de peligroso bucle.

Cuando uno vive (aunque no se dedique a ello directamente) en tales ambientes, el uso de las armas se convierte en algo relativamente cotidiano.

Primero como modo de protegerse y luego como primera opción cuando hay que solucionar un problema. Y claro, luego nuestros artistas favoritos dejan esos ambientes y, o no desconectan de esos hábitos, o no son capaces de separarse de esas mismas personas.

La pobreza lleva a las drogas y a la normalización del uso de armas

De ese modo, incluso rappers como Nips (que tenía claro que su mentalidad debía ser otra, más enfocada a la construcción de una sociedad pacífica) acaban muriendo violentamente. Como si el pasado volviera para recordarte a dónde perteneces, en un laberinto donde no es fácil encontrar la paz y las relaciones sociales sanas.

Hussle quizás empezaba a reconocer la importancia de dejar un legado, más allá del vacile de las joyas y los coches de lujo.

Siendo el hip hop un género en el que las condenas penitenciarias se exhiben con orgullo, es el momento de parar de regar con ese odio y esa violencia estúpida a las nuevas generaciones. Ellas no solo son el futuro del rap, también de gran parte de un movimiento global.

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Quizás el problema es más grave, ya que una sociedad que permite que una parte de la misma casi se muera de hambre no puede quejarse de que intente sobrevivir como pueda.

Pero también hay que ser consecuentes desde dentro de todo lo que englobe a la música urbana: censurando la violencia, que demasiado a menudo es mostrada casi como un goce estético. El rap debe hacer los deberes en este aspecto.

Un género musical multimillonario que llora a sus mártires mientras mata a los siguientes. El primer aniversario de la muerte de Nipsey Hussle no solo nos debería valer para homenajear su música, sino también para no seguir cometiendo los errores que han llevado a la tumba a tantos y tantos artistas que podían haber mejorado nuestras vidas en base a una música maravillosa.

RIP Nips, confiamos en que tu legado sirva para cambiar las cosas.


Al terminar el 2019 hicimos un repaso de los maravillosos artistas que perdimos la década pasada: échale un ojo a nuestro «In Memoriam».