Review de «Selective Outrage» el especial de Chris Rock para Netflix
Aunque tenga tantos fans como detractores, lo cierto es que Chris Rock es simple y llanamente uno de los mejores humoristas afroamericanos de la historia y uno de los mejores de todos los tiempos en Estados Unidos. Lógicamente, eso lo convierte en uno de los mejores comediantes del planeta.
Su humor deslenguado, rápido, lleno de palabrotas, de cultura afroamericana y su carencia de filtros lo han convertido en un icono mundial, un tipo con un talento innato. Por suerte o por desgracia, la bofetada de Will Smith en los pasados Óscars de la Academia lo incluyeron en una serie de debates que pudieron desviar la conversación de lo verdaderamente importante: su habilidad para el humor, especialmente para los monólogos. Su carrera en el cine es otra cosa que merece artículos y conversaciones aparte.
¿Merece la pena el último especial de Chris Rock para Netflix?
Por supuesto, no podíamos sino correr a ver «Chris Rock: Selective Outrage», el último especial de Netflix con el humorista, grabado en la ciudad de Baltimore (que muchos conoceréis por la histórica serie «The Wire») y emitido por la popularísima plataforma audiovisual.
Una hora y diez minutos de show que comienzan suaves y van a más y a más, no solo en la calidad de los chistes y las reflexiones, sino también en sus críticas a los nuevos dilemas de la sociedad y, por supuesto, a todo lo sucedido con Will Smith y Jada Pinkett.
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La familia, el progresismo, la piel fina de nuestro mundo, el racismo, el precio de las cosas, su divorcio, ser padre, el sexo a su edad, los impuestos, la guerra de Ucrania… Rock toca un buen montón de palos y –casi– todos de manera brillante. Lógicamente, no podemos estar de acuerdo con todo su discurso, pero se agradece su ausencia de censura, más aún trabajando codo con codo en la plataforma más popular y exitosa del planeta.
Quizás podríamos echarle en cara su comparativa entre los casos de Michael Jackson y R. Kelly. El humorista los pone al mismo nivel al hablar de la cultura de la cancelación, lo cual es un sinsentido: los acusadores de Michael Jackson acabaron condenados por un juez por inventar la historia, mientras que en el caso de el de ‘I Believe I Can Fly’ fue justo al contrario: el cantante fue encontrado culpable por la justicia.
Aún así, el último monólogo de Chris Rock merece mucho la pena: es ágil, es ácido, es hilarante y da pie a la reflexión más inteligente. ¿No os parece suficiente?
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