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Reflexionamos sobre «Taxi Driver», o el noctambulismo de Travis

Por JD Romero / 08/07/2020
Reflexionamos sobre «Taxi Driver», o el noctambulismo de Travis

La reciente y exitosa «Joker» (Todd Phillips, 2019) narraba la historia de una persona con ciertos problemas mentales a la que la soledad, la sociedad y -en cierta parte- el capitalismo salvaje de Estados Unidos convertía en un perfecto psicópata. Hoy hablaremos de «Taxi Driver», un clásico entre clásicos que seguro muchos conoceréis.

Lo que para mucha gente ha sido un descubrimiento (no nos engañemos, que el personaje se llame «Joker» lo hace mucho más llamativo e interesante a ojos del gran público) ya había sido narrado mucho mejor y mucho antes.

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Y es que «Taxi Driver» (Martin Scorsese, 1976) contaba esa misma historia de un modo quizás menos accesible pero también más sutil, complejo y bello (o poético) en su búsqueda de la fealdad y el mensaje implícito.

La obra magna del realizador neoyorkino narraba cómo un superviviente de Vietnam llamado Travis Bickle (interpretado por un inigualable De Niro) se saca la licencia de taxi para combatir su insomnio, o más bien para hacer algo productivo con esas horas.

Es entonces cuando Bicke descubre la sordidez, la violencia, la injusticia y lo despiadado de una sociedad que acaba transformándolo en eso mismo.

«Taxi Driver»: ¿cuánto puede transformar la sociedad a una persona?

Con unas soberbias e históricas interpretaciones de Robert De Niro, Cybil Shepherd, la jovencísima Jodie Foster y el siempre eficiente Harvey Keitel pero sobre todo con el trabajo en la dirección de Scorsese, la cinta no solo nos narra la metamorfosis de una persona débil en un monstruo, sino que lo hace teniendo como resultado uno de los mejores films de la historia.

Al tratarse de una cinta con gran carga contemplativa (con esa hipnótica música de Bernard Herrmann) mucha gente no conecta o no entiende la calidad del film, cuyo resultado es una inmensa legión de fans de la película y otros muchos que la tachan de sobrevalorada o sencilla. Quizás estamos en uno de esos casos donde menos es más y la película es aparentemente simple en una complejidad muy estudiada en trasfondo y modo de ejecutarla.

Una historia pesimista y voluntariamente malsana en que las transiciones, la voz en off, los planos de las calles y edificios, las actuaciones, la banda sonora y cada simple frase la han convertido en una obra maestra para gran parte del público, más allá del interesante tema que plantea. «Taxi Driver» no es solo una película, es una experiencia con la que o te quedas frío o conectas y te remueve absolutamente todo.


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