¿Es RZA uno de los mejores productores de la historia del rap?
«Si hacéis todo lo que os digo en dos años seréis millonarios», con esta contundente frase convencía un jovencísimo Bobby Diggs (luego conocido como The RZA) a sus compañeros para centrarse en la música y dejar de perder el tiempo con la venta de drogas.
De hecho, esa era la gran tesitura de los posteriores miembros de lo que sería Wu-Tang: el debate entre trapichear a mayor o menor escala (cuestión en la que estaban prácticamente todos menos Method Man) o centrarse en un proyecto que suena tan bonito como posibilidades tenía de -estadísticamente- no cumplirse.
La eterna historia del ghetto: centrarse en algo que puede dar frutos (o no) a largo plazo o en lo que sabes que te va a dar dinero aquí y ahora y va a pagarte la casa, la comida, la ropa y las medicinas. De ahí que, si ojeamos la biografía de muchos de los mejores rappers de todos los tiempos, raramente encontramos que la música sea la única ocupación, sino que suele estar acompañada de la venta de estupefacientes para ayudar a la economía familiar o para ayudarse a uno mismo.
En el caso de RZA y tal como dice U-God en su libro «Raw», él nunca fue un camello. Ayudó un par de veces cuando no quedaba otra y no se le daba bien, su pasión siempre fue y será la música y en ese aspecto fue un completo revolucionario.
Y no solo en lo musical, también en muchos aspectos como el marketing (el hecho de hacer firmar a cada uno de los miembros con un sello diferente para que la ramificación fuera gigante) o el encargo de un logo diferenciador, cuestión que fue encargada a DJ Mathematics -también posterior productor y DJ de la banda-.
Un revolucionario no solo en lo musical
La cosa es que, mucho más allá de contar con nueve miembros, cuando Wu-Tang Clan salió a la palestra sonaba tan revolucionario y apasionado que significó un antes y un después en un rap de la costa oeste que empezaba a sonar relativamente conservador al tener unas bases y unas pautas musicales supuestamente establecidas.
El juego con las cajas y bombos, los samples de las películas de Kung-Fu, las muestras de artistas como Al Green y otros que sonaban también agridulces, los sonidos Spectrum o las influencias eclécticas de Ennio Morricone o Augustus Pablo, convirtieron el producto Wu-Tang en algo fresco, histórico, sincero y sin precedentes.
Desde la salida de ‘Enter The Wu-Tang’ hasta hoy, The RZA ha producido música para películas («Kill Bill», 1 & 2), dibujos animados («Afro Samurai»), para artistas de todo tipo y si no salimos de lo musical ha hecho prácticamente de todo, incluso malpagar a algunos de sus propios compañeros del Clan, aunque eso es otra historia.
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El sonido made in The RZA que hizo destacar al Wu-Tang Clan
De Seth Rogen a Tarantino, The RZA se ha granjeado una lista de fans en todo el mundo que ha trascendido el público hip hop, y es de los pocos productores que lo ha hecho sin tener que suavizar o modificar su sonido. De hecho, la magia de RZA es precisamente esa: haber creado unas bases musicales tan personales como características que han sido imitadas desde su propio país a Francia, Alemania o España.
Hoy RZA puede ser una leyenda de la producción y líder creador de una de las bandas más icónicas y representativas de la historia de un género, pero para llegar ahí cambió el juego e hizo que mirásemos de nuevo a la costa este (en pleno boom gangsta en el otro lado), con un sonido sin precedentes.
Un tipo que supo beber musicalmente de sitios de donde no se había hecho antes y creó desde su sótano toda una música concreta y personal que caló en millones de personas de todo el mundo. Hoy, si somos justos, debemos darle el lugar que se merece a este tipo tímido que pasó de centrarse en las drogas como todos sus amigos para convertirse en uno de los mejores productores de rap de todos los tiempos.
RZA tiene que aparecer sin fallo en «Hip-Hop Evolution» de Netflix, que acaba de estrenar su tercera temporada. ¿La has visto ya?