The MedizineThe Medizine
Opinión

Unos fotogramas por segundo (por Adrian Greengo)

Por The Medizine / 05/04/2014
Unos fotogramas por segundo (por Adrian Greengo)

Está claro que cada vez hay más oferta y demanda en el mercado audiovisual musical. Ya casi ningún artista quiere lanzar sus nuevas obras en formato canción, quieren sacar videoclips, y esto como todo trae su parte buena y su parte mala. Lo malo es la poca originalidad, aparte de la propia abundancia que le resta exclusividad a esta disciplina. Lo bueno es la variedad y la competencia entre directores que genera cada vez más y mejores ideas.

A pesar de todo, el gran problema es la falta de criterio, gusto y seriedad por parte del ‘director’ —o persona detrás de la cámara grabando—. Yo lo considero mi trabajo, tiene sus responsabilidades y es algo estrictamente organizado —plan de rodaje, horarios, localización de escenarios o contratación de extras— no trabajo en ningún otro lado ejerciendo otra profesión, no es un hobby, lo cual no quiere decir que no disfrute haciéndolo.

Roma no se construyó en dos días, ni una cámara de vídeo o réflex te hace director, ni tener la suite de Adobe te hace diseñador. Lo que te hace ser lo que eres, en el ámbito creativo, es la originalidad y el impacto de tus ideas en la gente, también tu esfuerzo y tu dedicación. El objetivo es crear cosas que comuniquen algo, lo que sea, pero que comuniquen. Con esto no quiero decir que no se deba buscar inspiración en videoclips u otras piezas audiovisuales —como el cine o las series por ejemplo— ya sean amateur o profesionales .

Hablando de profesionalidad; esta no se centra en tener una cámara mejor, una docena de objetivos o un steadycam muy caro, eso son los medios o el equipo físico. La profesionalidad es más una cuestión de visión, actitud y seriedad. En ese momento en el que las imágenes, acciones o interpretaciones de un vídeo empiezan a ser ‘cutres’, no creíbles y mediocres por querer hacer algo fuera de nuestro alcance, se está cometiendo un error. Esto significa que para mí solo existe una regla a la hora de realizar un videoclip: si no va a quedar un corte audiovisual profesional y creíble, piensa en hacer otra cosa o en realizarlo de otra manera.

A mi no me contratan por mi cámara o por mi equipo, me contratan por mis ideas, porque me involucro en el proyecto y por mi seriedad en el trabajo. El truco está en meterte en la película, nunca mejor dicho.

Creo en el minimalismo, los mínimos elementos con la máxima expresión posible, tanto en realización como en postproducción. Eliminar todos los extras que no aportan nada y conservar solo lo importante. En postproducción, por ejemplo, vale más un cambio de plano acertado en el momento idóneo, que mil efectos de fusión de capas, retoque de color agresivo o transiciones extrañas que no aportan nada. Lo más sencillo con más esencia siempre es mejor.

En resumen, realmente solo son unos fotogramas por segundo que engañan a tu ojo haciéndote creer que ahí hay algo que se mueve en la pantalla. Esa es la magia, transmitir ideas con imágenes, crear una atmósfera y un mundo particular para cada canción, realzando y potenciando la expresión y esencia de la misma.