El rap y la música urbana desde un punto de vista psicológico
Si llevas toda la vida escuchando rap, habrás aceptado e interiorizado una serie de acciones, costumbres y tics que verás como algo definitorio de un género musical y todo un estilo de vida.
Probablemente incluso hayas adoptado muchas de esas características como propias de tu personalidad y del modo en que eliges que te vea el mundo. Y, aunque hayas conectado de manera fascinante con toda una cultura hasta el punto de hacerla tuya (ideológica, social, musical y estéticamente), muchas de las cosas con las que te has quedado tienen una explicación psicológica compleja.
Es por ello que llevábamos tiempo queriendo ir un poco más allá e intentar dar un razonamiento psicológico a todas esas características que tanto hemos aceptado, yendo a la raíz y diseccionando hasta llegar a la lógica de cuestiones supuestamente superficiales, pero que están tan adheridas a todo un género musical que es aceptado en todo el mundo.
Y no podíamos buscar a cualquier profesional de la psicología. Debíamos encontrar a un tipo joven, con conocimientos sobre el tema que íbamos a tratar, y que además se tratara de uno de los mejores profesionales en la materia en nuestro país.
Ese perfil tan concreto lo acabamos encontrando en la persona de Buenaventura del Charco Olea: máster en psicología, profesor en la Universidad Europea de Madrid y en el Centro de Estudios Universitarios Cardenal Cisneros de la Universidad de Alcalá de Henares, ponente para las más importantes instituciones de psicología, articulista para los portales más relevantes sobre el tema (como Psyciencia) y colaborador en numerosas ONG’s, entre muchísimas otras actividades y logros. Ahí es nada.
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Una vez dado con el profesional adecuado, no podíamos sino lanzarle todas nuestras preguntas, cuestiones que nos habían estado merodeando la cabeza y que hoy tienen una respuesta psicológica, en vez de meramente estética. Nos sentamos con Buenaventura del Charco (o él se sienta con The Medizine) para una de las entrevistas más interesantes que he tenido el placer de realizar.
Comenzamos por cuestiones que siempre hemos visto. De alguna manera, los rappers han estado muy vinculados a sus madres y eso lo reflejan en muchas letras, ¿a qué crees que se debe?
Los rappers expresan su mundo interno a través de la música, las letras son un grito de expresión emocional: rabia, tristeza, excitación sexual… Pero también amor. Y, como para casi todas las personas, el vínculo que se tiene con las madres es muy intenso y especial. De hecho, la relación que tenemos con nuestras figuras de apego (que la principal suele ser la madre) determina en gran medida cómo nos relacionamos con otras personas.
Por otro lado, en una música como el rap, donde gran parte de sus autores salen de entornos socialmente muy jodidos, con un nivel de violencia física y marginalidad enorme, y donde se sobrevive a base de apretar los dientes y tirar para adelante, las madres representan ese espacio, esa parcela, donde poder recibir amor, cariño y cuidado y donde poder dejar la imagen de tipo duro, y mostrarse tal y como se es. Por decirlo de alguna manera, es un oasis de ternura en el desierto de la dureza.
Vayamos a un punto un poco más superficial. ¿Por qué piensas que hay esa especie de obsesión con mostrar un estilo de vida ostentoso y materialista?
Se debe a varios factores, por un lado, se basa en lo que en psicología llamamos «autoestima basada en el logro»; es decir, tanto tienes o sabes hacer es igual a tanto vales como individuo. Cuando se hace ese despliegue de enseñar lo genial que es tu vida, en el fondo, estás pidiendo aprobación a los demás, estás gritando: «Fíjate qué genial soy, quiéreme». La gente se cree que va de materialismo y dinero, pero va de miedo a ser rechazados.
A esto, hay que añadir que la cultura actual, con el consumismo exagerado y las redes sociales, que son plataformas para mostrar todo el rato lo geniales que somos y recibir aprobación de los demás (likes) han creado lo que todos llamamos informalmente «postureo», que no es que antes no existiera, pero ahora todos tenemos una plataforma tecnológica para hacerla, y estamos todo el día comparándonos con otros para evaluar como de geniales somos nosotros y nuestras vidas.
Hablemos de la violencia inherente al género. Todos los años siguen falleciendo artistas urbanos, ¿por qué crees que la violencia nunca acaba de irse?
Esto es un tema más social que psicológico, pero si quieres saber mi opinión: la miseria es la mayor forma de violencia. La pobreza hace que nada valga mucho, ves tanto dolor a diario que te anestesias y cualquier forma de salir de ella parece viable, lo que da un caldo de cultivo para la marginalidad.
Toda esa dureza genera en el psiquismo rabia, una emoción adaptativa que trata de defendernos de los ataques y también esa obligación de «ser un tipo duro, muy gangsta» de ciertos tipos de rap y cultura urbana, fomentan una incapacidad a poder ser débiles, a poder llorar, así que lo tapan con rabia, para protegerse de esa tristeza.
Otro tema que siempre está ahí: ¿Por qué hay esa especie de arraigo al barrio del que uno procede?
Por un lado, las personas buscamos nuestras señas de identidad, las cosas que nos definen como individuos, y el lugar donde nacemos desde luego lo es. Nos ayudan a formar parte de algo (la pertenencia es una necesidad tan grande como la de seguridad o el cuidado), y nos ayudan a entender lo que nos pasa, a encontrar una explicación.
Además, la infancia es una etapa en la que es fácil tener momentos alegres, aunque no sea una infancia feliz, como ese rato que juegas o escapar de los problemas con los amigos en una plaza, y nuestro cerebro asocia esas sensaciones al entorno al lugar, básicamente dice: «si en este sitio me siento así tantas veces, este sitio es bueno/importante para mí».
Por eso también a veces encontramos esas relaciones amor/odio con el barrio o lugar de procedencia.
¿Y el culto al sexo?
Las sociedades siempre tienen que tener dioses. La patria, la revolución obrera, la ciencia, dios… Ahora es el sexo, el culto a la juventud y el cuerpo y el dinero. Es curioso, porque, ahora que vivimos en una cultura hipersexualizada, con la gente en redes sociales mostrándose e insinuando todo el rato, las relaciones sexuales han caído un montón. Hay culto al sexo, pero tenemos muchas menos relaciones sexuales que antes. Quizás igual que antes, que la gente practicaba mucho la religión, pero eso no les hacía ser mejores personas… Necesitamos adorar a algo, mirarlo continuamente, aunque luego no seamos congruentes con ello.
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Esta vida es pa vivirla ma dime que sí. PARIS FT. @dellafuente & @alizzzmusic LINK EN BIO
Respecto al hip hop, el sexo es tratado muchas veces como la vía de escape: puedes vivir en un barrio de mierda, pero puedes tener mogollón de sexo. También forma parte de ese «mostrarse como tipos duros» sin sentimientos, y por eso se habla mucho del sexo, como algo ajeno al amor. Con esto no estoy diciendo que esté mal, una cosa es una cosa, y otra cosa es otra, pero sí que es raro hablar de sexo sólo para mostrarte como un tipo duro.
Aunque también hay una especie de contraste, ¿Por qué a la vez todo ello convive con otras canciones muy emocionales, dolidas y sentimentales?
Porque los seres no somos solo fuertes o débiles. Creemos que la cara y la cruz son dos cosas opuestas, pero son la misma moneda. Nadie es solo fuerte, ni solo debil…
Un psicólogo que me encanta, John Stevens, dice que «la verdadera fortaleza consiste en permitirnos sentir nuestra propia debilidad». Me encanta esa frase.
Así que en el rap, que se vende mucho esa fachada de fortaleza, se trata de negar la otra parte, que al final también necesita ser mostrada. Los seres vivos tendemos al equilibrio, «a compensar» y en esas letras emocionales como dices, se compensa todas esas otras de tipo duro y que todo se la suda.
Ayax y Prok a mi entender, son mucho el ejemplo de esto: voz descarnada, grito de rabia y actitud de aguante y mucho dolor en el interior. Recuerdo que cuando oí ‘Me hizo fuerte’ de Ayax, me impresionó mucho, pensé: «Dios, este tío está muy roto» y luego oyes ‘Fresas con Nata’ o ‘Estilo Taraotarantino’, donde ves el otro lado de la moneda.
Es mostrar las heridas, mostrar el lado humano detrás del personaje.
Descubrí en serio el hip hop más de mayor, recuerdo que mis amigos oían en el instituto y lo prejuzgué: creía que eran canciones de tipos que se creían chunguísimos. Luego fui oyendo más canciones, y me impactó el estilo brutal y honesto, ese enseñar las costuras de cada uno y decirlo de una forma tan directa, esa brusquedad de la verdad de cada uno, de gritarla sin importar si es adecuada o no. Eso convive con el postureo y los alardes de poder, sexo y dinero. Psicológicamente es súper interesante, me fascina.
Entonces, ¿por qué piensas que el hip hop cala mucho más como forma de expresión en barrios desfavorecidos?
El hip hop busca ser polémico, brutal y directo. No es una música compleja (con eso no digo que sea fácil, hay letras que son obras de arte), es una base musical y letras rapeadas encima, pero son muy rudas y tienen ese punto descarado, cómico y cruel, que a veces se atreve a mostrar el dolor y a la persona herida.
Supongo, que es una metáfora perfecta de la vida en un barrio humilde.
¿A qué crees que se deben los tatuajes, la ropa característica y toda una serie de modos de expresarse más allá de la comunicación verbal?
Forma crear una identidad grupal, una narrativa estética que te deje muy claro quienes son, qué piensan y de qué van solo con verlos.
¿Y el ego desmesurado y la fanfarronería?
Forma parte de esa manera de tapar emociones, de negar nuestra propia debilidad, y en menor medida, de esa búsqueda de aceptación. También creo que no todo es psicológico: hay una parte que es simplemente un tema icónico y recurrente, pero sí que creo que tiene mucho de lo que he dicho a lo largo de la entrevista
¿Y unas letras quizás más explícitas que en el resto de géneros?
El hip hop trata de ser muy honesto. También trata de provocar una respuesta emocional intensa, que remueva algo en quien la escucha. Esos dos factores se expresan en elegir ser explícito. A mi entender, también hay un componente de hacer orgullo algo que antes se criticaba: la falta de modales y educación de las clases más desfavorecidas. Han cogido ese desprecio, el de «no hablar bien» «no ser correctos» y lo han convertido en un arma, en una bandera propia que llevar con orgullo.
Si te perdiste nuestra entrevista con Neo Pistea, seguro que ves en su figura varias de las ideas que se han plasmado en esta conversación con Buenaventura. ¿Le quieres echar un ojo?