«White men can’t jump»: Snipes y Harrelson sí sabían saltar en los 90s
Desde los años noventa, el género (o subgénero) de películas de baloncesto ha sido una relativa constante.
Quizás el boom era mayor en aquella década por el impacto de Michael Jordan en todo el mundo, pero se han seguido produciendo y distribuyendo películas con la canasta como protagonista desde entonces, quizás ahora con presupuestos más bajos (con excepciones) y con menor impacto.
Para los amantes del ballin’
«He Got Game», «Sunset Park», «Above The Rim», «Coach Carter», «Ganar de cualquier manera», «The Legend of Earl ‘The Goat’ Manigault», «Hoosiers», «Camino a la gloria», «Streetballers», «Uncle Drew» o «Space Jam» son algunas de las mejores y más populares películas de básket de todos los tiempos.
Si bien el género incluye bastantes alteraciones y variaciones (desde el punto de vista del entrenador, el biopic e incluso la parodia), normalmente solemos encontrar dos puntos en común: la utilización del deporte de la canasta como instrumento para dejar el ghetto y prosperar y -lo que va de la mano- las historias de superación personal y como equipo.
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Y de entre todas las películas de baloncesto (cuya lista es muchísimo más extensa que las que hemos destacado) una de las más populares y que mejor han aguantado el paso del tiempo es «Los blancos no la saben meter» o «White Men Can’t Jump» en su título original.
Con un reparto híper carismático: Woody Harrelson, Wesley Snipes y Rosie Pérez, no sólo es una de las mejores películas con el balón y la canasta como eje principal, sino una de las mejores buddie movies de todos los tiempos. Y si no lo creen, miren la química entre su dúo protagonista en cada escena.
Una de las mejores películas del género
La película narra la historia de dos amigos (Billy y Sidney) que se dedican a timar en las apuestas de las canchas callejeras aprovechando el aspecto de pardillo de Billy (Harrelson).
La técnica es sencilla: Sidney llega a una cancha y dice que puede ganar al equipo local con cualquiera del público, el equipo contrario elige a Billy -desconociendo que en realidad son amigos- y luego descubren que es un magnífico jugador de basket, aunque para entonces ya han perdido el dinero de la apuesta.
Entre esa estafa constante, partidas de basket, riñas entre los dos y sus realidades, la película fluye entre la acción, el humor y las diferencias sociales con una soltura que abruma.
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Por esa razón, «Los blancos no la saben meter» ha aguantado sorprendentemente el paso del tiempo, y es que sus bazas cinematográficas son atemporales y van mucho más allá de las películas de basket y de las ‘Ghetto movies’ al uso y las modas.
Su dúo protagonista es tan carismático que acaba siendo una película hipnótica que se mueve entre escenas de todo tipo y juega con diferentes géneros con diálogos frescos e hilarantes, buenas localizaciones, humor socarrón y pandillero y un punto de drama.
¿Por qué volver a ver «White men can’t jump»?
Revisionar la película casi treinta años después nos constata todo lo anterior y a la vez nos produce sentimientos encontrados.
Por un lado, la cinta sigue siento completamente cool en modo y forma y por otro, nos damos cuenta de que hace demasiado que ya no se hacen películas así (por momentos casi parece estar escrita por el guionista y director Shane Black).
Y es que «White Men Can’t Jump» nos hace echar de menos un cine comercial de cierta calidad, ecléctico y que no nos suene a ya visto cuando se trata del género ghetto, social o baloncestístico.
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Un film a reivindicar incluso si no eres un apasionado de la canasta, puesto que sus valores cinematográficos son objetivos y una pareja protagonista (que luego volvimos a ver junto en ‘Asalto al tren del dinero’) con un carisma tan especial como pocas veces hemos visto a ver.
Al final los blancos si sabían saltar.
Después de volver «White men can’t jump», deberías echarle un ojo al primer programa de TheMedizineTV.