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Opinión

«Wu-Tang: An American Saga»: primera impresión de la serie más esperada

Por JD Romero / 27/10/2019
«Wu-Tang: An American Saga»: primera impresión de la serie más esperada

La noticia cinematográfica y de series del año para los amantes del rap sin duda fue el anuncio de una serie que narraría la historia de Wu-Tang Clan desde sus comienzos hasta el estrellato mundial.

Ese camino desde lo más bajo hasta convertirse en el grupo favorito de cientos de miles de personas de todo el mundo, ya había sido contado de manera subjetiva por RZA y U-God («The Tao of Wu» y «Raw», respectivamente) en sus libros, pero quizás nada más completo -y cómodo- para hacerse una panorámica global de la historia que toda una serie narrando los detalles.

Llega el día: nos ponemos frente a la pantalla dispuestos a ver los primeros capítulos ya disponibles (de una hora de duración cada uno) y las sensaciones son -a grandes rasgos- muy positivas. Lo primero que nos damos cuenta es que RZA (como productor ejecutivo) y la mayoría del resto (como consultores) han querido hacer una serie dura, callejera y absolutamente sin edulcorar.

De ese modo, descubrimos como estamos ante un producto realizado para el disfrute de los fans de la banda y no tanto para la mayoría del público.

Una forma dura y nada comercial de contar la historia del Clan

En «Wu-Tang: An American Saga» encontramos a un RZA obsesionado con la música mientras que su hermano (que acabó siendo esencial también en la historia del grupo) intentaba que fuese alguien en el mundo de las calles y las drogas.

A un Ghost macarra cuyo interés principal a es la venganza más que las rimas, a un Method Man mucho más centrado en el rap que la mayoría, a un Raekwon entre la venta de drogas y los raps, a un Cappadonna en la cárcel, a un reflexivo GZA y a un loco ODB, en el mejor papel de la serie.

Aunque algunos son clavados en estética y modo de gesticular (ODB) y otros en la manera de comportarse (GhostFace Killah), llama especialmente para mal la elección del actor que hace de Raekwon (interpretado por Shameik Moore). Y no porque lo haga mal -sin duda es un buen actor y capta la esencia de «The Chef»-, sino porque le faltan como treinta kilos de peso para que podamos ver en él al autor de ‘Only built 4 Cuban Linx’.

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Detalles como ese aparte, la serie da lo que esperamos de ella con todo lujo de pormenores. Y es que no solo se centra en los personajes principales que acabaron formando el grupo, sino también en cualquier otro que acabara siendo relevante a su alrededor y cuya contribución directa o indirecta desembocara en la formación del grupo.

Así que tenemos a los hermanos y hermanas, madres (padres hay pocos, todo sea dicho), camellos del barrio, novietas, amistades, conocidos tiroteados, yonkis y, en definitiva, todo el ecosistema de lo que significaba crecer en los ghettos de Nueva York a comienzos de los noventa.

Una serie realizada para los fans de la banda

La dirección de la serie es seria y notable, se permite numerosos recursos estilísticos que no te sacan de la pantalla (dibujos animados, estética de videojuegos…), la fotografía es sucia y realista, las actuaciones son muy decentes y uno tiene la sensación de estar viviendo una historia sincera en la que todo fue mucho más complicado de lo que nos podíamos imaginar.

Pero como recalcábamos anteriormente, la producción no es para cualquiera. Es tan rica en detalles que puede ser un verdadero placer para los fanáticos de la banda, pero no tanto para el resto (a menos que te encanten las historias del ghetto, que entonces también).

Fan service del grupo hacia sus fieles seguidores pero todo realizado con una profesionalidad, esfuerzo y talento que sabemos que el tiempo le acabará dando su sitio entre toda la sobreproducción de series de la actualidad. Maravillosa.


Lo que también es de serie es la historia de cómo acusaron de asesinato a A$AP Rocky a los 16 años.