¿Por qué hay que volver a leer «Alta Fidelidad» de Nick Hornby?

Si hay un autor en el mundo que ha sido (y es) capaz de captar la esencia de esas personas que aman la música, los libros, los cómics y el cine en esa especie de síndrome de Peter Pan que los define ese ha sido Nick Hornby .

Nacido en Surrey (Reino Unido) a finales de los años cincuenta, el autor (y profesor de literatura en Cambridge) comenzó como articulista en The Sunday Times o The Independent y como crítico de música en The Newyorker (ahí es nada), hasta que decidió dar el paso a la literatura con éxito, mucho éxito y una legión de seguidores en todo el mundo.

Más allá de la completa y compleja definición que Hornby hace de los amantes de la cultura pop, es un maestro trazando las relaciones humanas, casi siempre desde el punto de vista de esos antihéroes que protagonizan sus libros (lo cual también humaniza a sus personajes). Y aunque la bibliografía de Hornby es ya extensa (así como las adaptaciones de las mismas a cine y televisión), hoy creo que debemos de pararnos en probablemente su mejor libro: «Alta fidelidad».

Publicada en 1995, Hornby narra la historia de Rob Fleming, un completo melómano y propietario de una tienda de vinilos en la que (más allá de los intereses económicos) solo vende discos de calidad, o lo que él y sus trabajadores piensan que entran dentro de ese selecto grupo de álbumes.

La ruptura con su novia Laura -debido en gran parte por su poca capacidad para comprometerse con algo- hace que Rob decida ponerse en contacto con sus antiguas parejas, con lo que descubre que la mayoría guardan un no grato recuerdo de su persona.

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Hornby utiliza la excusa del personaje de Fleming para hablarnos sobre la madurez, las inquietudes culturales, el compromiso, el trabajo y la amistad desde un punto de vista magistral, por el perfil tan acertado que dibuja.

El vendedor de discos de vinilos, sus exnovias y sus amigos cobran vida porque en la obra no solo es importante lo que ocurre, sino a quienes les ocurre, y esa empatía con unos tipos tan bien escritos y descritos hacen que este libro sea una obra maestra de la literatura más pop.

Si bien la adaptación cinematográfica que llevó a cabo Stephen Frears en el 2000 (con unos maravillosos John Cusack y Jack Black) es soberbia, el libro -como suele suceder- va mucho más allá.

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Hay muchos detalles y pequeñas historias que si bien no cambian en exceso el tono general (y es que repetimos, el film es muy recomendable) hacen que el libro sea mucho más profundo, y que nos haga sumergirnos aun más en las personalidades de los protagonistas y secundarios de esta pequeña y accesible obra maestra.

Si no tienes claro qué libro comprar, puede que «Alta fidelidad» sea la recomendación perfecta. Discos de vinilo, amigos, relaciones, pubs ingleses y muchas charlas sobre cultura pop en un libro que no es solo una gran obra per se, sino que es capaz de hacerte muy feliz.