‘DONDA’ de Kanye West: celebridad antes que calidad

En el año 2000, Michael Jackson ya había editado ‘Off the Wall’, ‘Thriller’, ‘Bad‘, ‘Dangerous’ y ‘History’, es decir: el mejor disco de la historia del R&B, el álbum más vendido de todos los tiempos y algunos de los discos más notables en décadas y décadas para la música popular.

Siendo aún el artista más famoso del planeta, intentaba grabar un disco que acabaría llamándose ‘Invincible’. Con la presión que suponía que todo el mundo espere lo mejor de ti y siendo consciente de que el pop y el R&B habían evolucionado excesivamente, Jackson escribió y produjo las canciones del disco con docenas de artistas.

De ese modo, pensaba que iría sobre seguro. Si dudaba de su conexión con el público del momento, colaborar con muchos artistas haría que el disco tuviera las letras, las melodías y las producciones exactas que el mundo quería. El álbum salió y vendió millones, pero (y aún siendo un buen disco), podemos decir que es el peor de la notable carrera de Jackson.

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No es arriesgado decir que a Kanye West le ha pasado lo mismo con ‘DONDA’, salvando las distancias entre los talentos de West (muchos) y los de Michael Jackson (todo).

Kanye ha convertido la grabación de su último álbum en un completo circo y ha llamado a absolutamente todo el panorama a colaborar con él.

Es una manera de asegurar el tiro cuando no estás lo suficientemente centrado en lo musical ni en lo personal. Divides la presión de la calidad del álbum entre muchísimos nombres propios y, por otro lado, transmiten esa sensación de álbum grandilocuente porque en él está lo más granado del panorama.

Pero algunas veces, menos es más. West ha demostrado que sus mejores álbumes (por ejemplo, el increíblemente maravilloso ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy’) no necesitan de tantos apoyos, ni de tantos titulares. Las colaboraciones deben ser cuando la canción te la pide a gritos, encajas al artista ideal en el beat perfecto y surge la magia. Así es como se crea la música atemporal.

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Sin embargo, en ‘DONDA’ todo parece estar absoluta e innecesariamente hinchado, como si West necesitara demostrar al mundo que es un genio: dejando canciones a medio producir, mientras que otras tienen exceso de elementos. Desde un punto de vista psicológico, casi parece que West necesitaba ser más el centro de atención (tomando decisiones artísticas, musicales y personales polémicas) que entregar el mejor trabajo posible .

Hace días que el disco salió, hemos podido oírlo completo en repetidas ocasiones y hay más un sobreesfuerzo por parecer el álbum de un genio que por serlo. Quizás West debería dejar de obsesionarse con las modas musicales, con ir a la vanguardia y con tener a todos los nombres destacables de la escena en el álbum.

Nadie duda del talento de Kanye West, uno de los mejores productores del mundo en décadas.

Tampoco se trata de que vuelva a samplear y deconstruir los mejores samples de soul, solo de hacer buena música. Ahora, ¿Cómo volver a eso? Podríamos decir que solo él tiene la respuesta, pero parece que tampoco.