«King’s Disease» de Nas, o la reivindicación del rap clásico
Antes de nada, lo más honesto es avisar al lector de que este artículo no es una crítica ni un análisis musical del esperado último disco de Nas, «King’s Disease». Álbum que dicho, sea de paso, me parece notable.
Este texto es más bien una reflexión acerca de lo que Nas ha podido querer transmitirnos indirectamente con ese trabajo, un mensaje que subyace de modo bastante explícito al oír las canciones.
En junio de 2018, Nas sacaba a la venta ‘Nasir’ un disco -casi- homónimo producido enteramente por Kanye West. Aunque el LP era de todo menos un mal trabajo, intuíamos una serie de cosas al escucharlo y al entender la jugada. Nas se acercaba a West para amplificar (más si cabe) su figura en cuanto a que el productor es una de las celebrities más conocidas del mundo y de camino actualizaba un poco su sonido.
Sabemos que el de Chicago es de todo menos un productor joven, pero sí que su nombre y su figura es aceptada más comúnmente por las nuevas generaciones. O al menos más que el autor de esa obra magna llamada ‘Illmatic’.
¿Ha querido Nas reencontrarse a sí mismo en «King’s Disease»?
De ese modo, Nas empatizaría un poco con el público menos longevo, conservando a sus fans de toda la vida e intentando instalarse en boca de los más jóvenes. La vieja estrategia básica de marketing.
Por otro lado, West elevaba su status (más si cabe) demostrando que puede volver a producir un disco a uno de los más grandes, como cuando entregaba beats continuamente a JAY-Z y similares.
No en vano, Nas es posiblemente el nombre propio de los emcees vivos más relevante de la historia del rap, a nadie le hace daño poner su nombre en los créditos de un artista de tal magnitud.
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Pero hay una cosa que notamos nada más acercarnos a «King’s Disease», que como saben salió el 21 de agosto. Se trata de que el disco está producido enteramente por Hit-Boy (apadrinado musicalmente por el propio West) y más que eso, que el sonido es básicamente un sonido de rap clásico.
Como una especie de reivindicación de rap en mayúsculas, más alejado de las pretensiones de ‘Nasir’ y de otros experimentos pasados de Nas. Queda claro que para Nas (al igual que para JAY-Z) ha sido históricamente tan importante hacer grandes discos como el hecho de que se vendan bien.
La cuestión es que Hit-Boy (California, 1987) ha sabido captar de algún modo lo mejor de las diferentes etapas musicales de Nas, de modo que «King’s Disease» (cuya portada nos recuerda a la de ‘Dangerous’ de Michael Jackson) es un disco con un sonido compacto y concreto pero lo suficientemente variado y ecléctico como para no reconocer de primeras que solo hay un beatmaker al cargo de todo.
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De esa manera, Nas vuelve de alguna manera a la senda de contentar a sus seguidores desde el 93 y al público más adulto que se mueve entre samples, bajos, bombos y cajas con fuerza.
Es por ello «King’s Disease» un gran álbum que significa mucho más, la búsqueda de volver a las raíces no solo como modo de darle a los tuyos lo que quieren, sino de recuperar un sonido que más que clásico es la definición del rap en sí y como lo que nunca debió dejar de ser. Aunque eso da para otro debate.