¿Por qué siempre quiero volver a ver «Los Goonies»?
Si pensamos o expresamos que los ochenta han estado sobrereivindicados puede que tengamos razón. Los remakes, el uso de sus iconos para todo tipo de merchandising, los reinicios o los homenaje han copado tanto estos últimos años (si no más de una década) que uno puede perder la perspectiva he incluso crearse aversión. Pero tampoco podemos perder la perspectiva.
De ese modo, la mejor manera de defender o denostar un producto artístico (en este caso cinematográfico) es simplemente sentarse frente a la pantalla y dejar que fluya. Y cuando se trata de una película como «Los Goonies» los resultados son claros. Aquí no se trata solo de nostalgia, sino de cine de calidad y por eso comparte podio en buen cine ochentero junto a «Regreso al futuro», «Los cazafantasmas», «Indiana Jones», «Gremlins», «El imperio contraataca» o «Poltergeist».
Eso destacando las de su nicho exacto de cine con tan buena factura como comercial y accesible.
Cine accesible pero de calidad: «Los Goonies»
Y es que en los años ochenta se dio algo que bajó en la década siguiente (y en las de después). Una serie de directores jóvenes y tremendamente creativos querían compartir su visión del cine. Y esa visión era la de saber dirigir de modo sobresaliente y utilizando todos los recursos posibles a su alcance (también nos referimos a los estilísticos) pero para todos los públicos. La calidad al servicio de la diversión familiar.
Y justo ahí es donde se engloba «Los Goonies». Una historia de Steven Spielberg («E.T»., «Tiburón», «Parque Jurásico»…), guión de Chris Columbus («Solo en casa», «Harry Potter y la piedra filosofal», «Aventuras en la gran ciudad»…) y dirigida por Richard Donner («Superman», «Arma letal», «La profecía»…), no se podía pedir más porque no se podía tener más.
Y ahí tenemos el resultado: una de las mejores películas de la historia del cine para todos los públicos.
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Y la historia es esta: un grupo de amigos que van a perder sus casas porque sus padres no pueden hacer frente a los pagos que les imponen unos constructores viven entre la tristeza de un futuro indeciso y la fantasía de vivir grandes aventuras. Un día descubren el mapa de un antiguo tesoro pirata en el desván de uno de ellos, y no deciden otra cosa que investigar e intentar ir a buscarlo.
Con una fábula de base que podría ser sencilla, estos tres nombres propios de Hollywood construyen una cinta con unos personajes inolvidables, diálogos carismáticos y realistas, una dirección y una fotografía inmejorable, unas localizaciones ideales, una banda sonora legendaria y, sobre todo, recuperaron la magia del séptimo arte y de esa extinta sensación de aventura.
Y esa percepción se sigue teniendo con cada nuevo visionado.
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De hecho, es casi injusto desgranar las virtudes de «Los Goonies» porque el film funciona perfectamente como un todo. Un puzzle perfecto o un reloj suizo al servicio de la diversión, la emoción, el miedo (esos villanos), la sensación de exploración, los buenos propósitos e incluso el amor.
Si hablamos de «Los Goonies» no hablamos de nostalgia sobrevalorada, sino de calidad, gran factura y cine familiar atemporal. La cinta es asequible, llana y franca y deja de lado las pretensiones, y aun así es mejor película que muchas otras que buscaban hacer historia de modo consciente. Inigualable en su género y en el target que busca.
Hablando de clásicos, es hora de que leas nuestra review de la legendaria «House Party».