Vemos la esperadísima “Space Jam: A New Legacy” (Review)

En el cada vez más lejano 1996 se estrenaba «Space Jam», una película que vendría a hacer historia, y no por sus méritos cinematográficos. Michael Jordan, el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, estrenaba su primera (y única) película de ficción y el mundo entero acudía a verla.

La mezcla de acción real, el carisma de Jordan y los legendarios personajes de los Looney Tunes, convertían la película en un clásico. Una película recordada con cariño también por los secundarios: desde actorazos como Bill Murray a jugadores icónicos como Charles Barkley o Larry Bird.

Si somos honestos, a nivel cinematográfico la película nunca fue nada del otro jueves. Una idea original (la de mezclar personas reales como animación, que tampoco era nada nuevo) que fue hiper amplificada por un tipo con millones de fans en todo el mundo llamado Michael Jeffrey Jordan.

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Han pasado 25 años desde aquello y ya podemos disfrutar de la secuela, por supuesto, protagonizada por LeBron James, el jugador más popular de las últimas décadas con permiso del tristemente fallecido Kobe Bryant.

Queramos o no, el tiempo ha convertido a Space Jam en un largometraje casi de culto (repito, por mucho que como película sea solo un producto aceptable) y un servidor de acerca a ella con cierta ilusión. Esa que te hace revivir los mejores momentos de la niñez.

Y lo primero que uno descubre al ver «Space Jam: A New Legacy» («Space Jam: Nuevas leyendas» en España y otros países) es su tremendo ritmo. Un dinamismo que no decae en toda la película y que es una de sus mayores virtudes, aunque hay muchas.

La cinta está dirigida por el correcto Malcolm D. Lee («Escuela para fracasados» o «La barbería 3: Todo el mundo necesita un corte») y su trabajo aquí es sencillamente notable. La historia, es la misma (a grandes rasgos) que la de la película anterior, aunque ahora con un toque tecnológico que la actualiza mucho más y la hace bastante más fresca.

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Porque, a pesar de las críticas negativas que está recibiendo, esta secuela tiene bastantes más virtudes que la primera, y está hecha con mucho más mimo que la original, aunque nos falte el carisma, la magia y el sex appeal de Michael Jordan.

La relación mucho más profunda de James con su hijo, el recorrido por las sagas más legendarias de Warner Bros, los secundarios y prácticamente todos los detalles dan esa sensación de que «Space Jam: A New Legacy» es una película mucho más rica y trabajada, además de visualmente más impactante.

De hecho, es una cinta para todos los públicos que -como adulto- se disfruta sobremanera. Una especie de montaña rusa aderezada con miles de personajes y universos diferentes. Ha sido criticada por ser casi una película promocional de los iconos históricos de la Warner Bros, pero, si tienen todos esos símbolos históricos del cine ¿cómo no aprovecharlos?

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«Space Jam: A New Legacy» es una película bastante mejor que su antecesora. Pero es algo que podemos reconocer si somos capaces de eliminar la subjetividad de la nostalgia y la presencia de uno de los tipos más queridos y populares de todos los tiempos: Michael Jordan.

Si lo logramos, nos damos cuenta de que esta nueva y tardía segunda parte es más dinámica, más divertida, más colorida, más trabajada y encima es -durante gran parte de la película- casi un regalo para los amantes del séptimo arte, por los guiños, los homenajes y las referencias directas (directísimas) que incluye.

Denle una oportunidad.