Así es «Terminator: Destino Oscuro»: acción física y nostalgia
Al igual que con otras sagas cinematográficas legendarias como «Alien» o «Predator», «Terminator» cuenta con dos primeras películas míticas e hiperreconocidas, y una estela de continuaciones con un objetivo bajón de calidad. Cambio de actores, innovaciones innecesarias y una amalgama de ideas para intentar atraer al espectador con el motivo principal del nombre de una franquicia de éxito.
Y en las tres sagas mencionadas vemos las mismas características: dos primeras películas dirigidas por realizadores de renombre y luego empiezan a divagar y a bajar el listón buscando la taquilla fácil. Aún así, sigue siendo tan poderoso y potente el nombre de cualquiera de esas tres franquicias, que son lo suficientemente atractivas como para seguir llevando a la gente al cine a pesar de las continuas decepciones perpretadas en sus nombres.
¿Merece la pena «Terminator: Destino oscuro»?
Pero los amantes del cine de los ochenta y principios de los noventa teníamos buenas noticias. James Cameron había recuperado los derechos de «Terminator», y prometía entregarnos una nueva película con todos los ingredientes que convirtieron en mítica a la primera parte y en absolutamente legendaria a la segunda..
¿Y cuáles eran esos ingredientes perdidos?, muy sencillo: los actores originales de la saga (básicamente Linda Hamilton y Arnold Schwarzenegger), una historia con un estilo más vieja escuela, una acción más física, una dirección inmejorable, frases para el recuerdo y unos villanos reconocibles y con los cambios e innovaciones justos.
Dicho y hecho: con una historia original del propio Cameron y un guión de muchísimos otros (entre los que destaca el irregular David S. Goyer) nos sentamos en la sala de cine y encontramos sentimientos encontrados ante «Terminator: Destino Oscuro». Por un lado agradecemos los guiños (muy previsibles) y la vuelta de la historia a algo más funcional, pero por otro lado demasiadas cosas nos resultan vagas y perezosas y demasiado enfocadas a un fan service de andar por casa.
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El propio Tim Miller no parece excesivamente cómodo con la dirección. Quizás la ausencia -casi por completo- de humor le ha desubicado, y se nota demasiado que es un director decente, pero no sobresaliente y que su éxito con «Deadpool» quizás se deba más a un personaje muy de moda que ofrece una alternativa gamberra a la avalancha de estrenos de súper héroes (léase Marvel y DC).
El film basa sus cimientos en una acción noventera que funciona (sin ser ninguna maravilla en la dirección) y en el maravilloso carisma de Hamilton y Schwarzenegger, que se comen a los nuevos actores. Dos caras icónicas cuyas líneas, todo sea dicho, tampoco son nada del otro mundo y no dejarán ninguna frase para el recuerdo, como sí ocurría (y tanto) en las dos primeras entregas.
Aún así, es la mejor película de toda la saga (quizás igualada con la infravalorada «Terminator Salvation») y nos deja ese poso un poco agridulce. Nos alegra ver el carisma y la química de los dos pilares de «Terminator 2» de nuevo y en plena forma sobre la gran pantalla, pero nos duele notar que con un poco más de esfuerzo y apasionamiento podía haber salido una película redonda con la que volver a tener diez años.
Aprueba… Y no mucho más.
Si te gustan las series y los 80s, igual te gustaría echarle un ojo a «Cristal Oscuro: la era de la resistencia».