«The Mandalorian»: la serie con más hype del año es una completa obra maestra
Cuando Disney compró Star Wars se esperaba lo mejor y lo peor. Por una parte se temía una infantilización del universo -como si las tres precuelas de George Lucas no fueran ya así-, pero por otro se aceptaba la noticia con cierta esperanza al significar una explotación mayor de la saga más popular de la historia del cine.
Disney no se había gastado más de tres mil millones de dólares en adquirir todo un universo para guardarlo en un cajón.
Tras las películas ya existentes bajo la batuta de Mickey Mouse, una serie de animación y la revitalización del merchandising (entre otras muchas cosas), hace un año llegaba el anuncio de «The Mandalorian», la primera serie de acción real del universo Star Wars, y todo un caramelo para los innumerables seguidores del gigantesco monstruo creado por George Lucas en la segunda mitad de los setenta.
«The Mandalorian» es perfecta para cualquier fan de Star Wars
Para evitar las siempre presentes críticas de unos fans a los que Internet ha dado más voz y voto que nunca -para bien y para mal-, Disney intentaba ir sobre seguro colocando ciertas piezas clave sobre el tablero.
La primera de ellas era la presencia de Jon Favreau y Dave Filoni, y la segunda caras conocidas de la talla de Gina Carano, Giancarlo Esposito, Carl Weathers, Werner Herzog o Nick Nolte, casi nada.
Y con la llegada de la fecha indicada nos ponemos tras la pantalla a ver «The Mandalorian» y nos entran esas cosquillitas habituales: entre el apasionamiento y la magia que nos sigue despertando Star Wars como una de las mejores partes de nuestra infancia, y el miedo a que el producto no tenga el enfoque correcto. O, mejor dicho, lo que cada uno de nosotros piensa que es adecuado en su mente subjetiva.
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Básicamente lo que han hecho Jon Favreau y Dave Filoni es alejarse de las mesas de ejecutivos y eternas reuniones empresariales de Disney/Star Wars donde se lanzan tantas ideas que al final el resultado es algo rutinario y frío (pero con destellos puntuales de genialidad donde queda el autor) y volver a las raíces.
Los ingredientes que hacen de «The Mandalorian» un éxito
Exploración, aventura clásica, criaturas y seres desconocidos y ese arquetipo del héroe clásico solitario del western (o mejor dicho; del spaghetti western) que parco en palabras solo intenta buscarse la vida, en este caso mediante la búsqueda y entrega de fugitivos.
La cosa es que, terminados y digeridos los dos primeros capítulos, «The Mandalorian» funciona y lo hace maravillosamente bien. Se coge lo mejor de la saga, se oscurece a las actuales, emplea una notables influencias y referencias (vemos a «Django» de Sergio Corbucci y de «Indiana Jones y la última cruzada», entre muchas otras) y no tiene ningún miedo a tener un ritmo aplomado cuando se debe y a acelerar cuando toca.
Es divertida pero no ridícula, entretiene pero deja cierto poso y es básicamente una historia de aventuras tradicional, tal como eran las tres primeras películas.
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La serie narra las aventuras de un pistolero a sueldo más allá de la autoridad de la república y encuentra el punto perfecto entre entretenimiento y alejamiento de planteamientos más infantiles, aunque con una guía de estilo claramente amplia. Aunque, todo sea dicho, tampoco arriesga en exceso.
Ni falta que le hace, viendo el lugar en que parece haber sabido situarse, y ese sitio es el alma y el apasionamiento que tanto echábamos en falta en un universo que nos transmitía tanto y que casi es arruinado artísticamente por su propia gigantez.
Star Wars con sabor Star Wars e influencias de Sergio Leone, Kurosawa o los primeros Lucas y Spielberg en una serie que tiene toda la pinta de convertirse en nuestro mayor divertimento frente a la pantalla en lo que queda de año y el que viene. Y si es como parece que va a ser, que dure mucho, mucho tiempo.
Lo que también te alegrará el día de hoy es ver a DaBaby y la fantástica coreografía que ha preparado con su equipo para ‘BOP’.