La historia del graffitero que denunció a la policía por borrar su mural
Que el graffiti es arte es algo tan sumamente aceptado (espero) que no hace falta ni entrar a debatirlo. La cuestión es que ese pilar del hip hop ha sido también aceptado de ese modo por una parte mayoritaria de la sociedad, incluyendo la que podría ser más conservadora. De hecho, habría que estar ciego para no reconocer la genialidad de la mayoría de artistas del spray.
Y no solo se trata de la concepción de la sociedad, sino también del valor que los propios artistas saben dar a su talento. Tanto es así que recientemente ocurría un hito histórico en la ciudad de Nueva York que ha dado la vuelta al mundo.
El curioso caso del graffitero que denunció a la policía de NY
La cuestión es que el graffitero Michael McLeer (cuyo nombre artístico es Kaves ) demandaba nada más y nada menos que a la policía de Nueva York en la Corte Federal de Brooklyn. El artista denuncia que se han destruido obras suyas autorizadas en una campaña de limpieza de graffitis.
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En concreto, el creador denuncia que la policía de Nueva York ha borrado el mural «Death From Above» que el artista pintó junto a Revs (otro graffitero), algo que podría ser habitual si no fuese porque el artista tenía el pleno consentimiento del dueño de la propiedad.
Para rematar la faena de la torpeza de la policía en este caso, la obra artística era un mural que Kaves había creado como tributo a su madre y a su hermana de solo cuatro años, que fallecieron en un fatal accidente de tráfico. De hecho, estas son las palabras del creador en su demanda:
«Cuando me di cuenta de que esta pieza había sido destruida quedé devastado. Cuando hice este trabajo, estaba lleno de orgullo. Sentí que había una calidad épica en la obra. Era una pieza dedicada a mi madre y se convirtió en una de mis más antiguas piezas públicas, estando ahí intocable durante más de trece años»
La demanda habla textualmente del «ataque de la policía a cientos de valiosas, reconocidas y permitidas obras de arte a lo largo de toda la ciudad de Nueva York».
El tiempo (y estas cuestiones suelen ir bastante despacio) dirá en qué queda todo esto, pero parece que estamos frente a un antes y un después del tratamiento de los graffitis en las calles de la ciudad de los rascacielos y, posiblemente por extensión, al de todo el mundo.
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