«High Score» de Netflix: un must para los fans de los videojuegos

No descubrimos nada si decimos que casi desde finales de los setenta (aunque en los ochenta fue cuando realmente se afianzaron) los videojuegos se han convertido en uno de los grandes hobbies globales, comparables al deporte, la lectura, el cine o las series. Bien lo saben en Netflix, y por eso tiene mucho sentido «High Score».

Las grandes compañías como Sega y Nintendo (y Neo Geo de alguna manera) y luego Playstation y X-Box hicieron que en cada casa del primer mundo hubiese una videoconsola. Normal o portátil, pero uno por hogar como podía haber un vídeo VHS, un reproductor de DVD, de Blu-Ray o una suscripción (ahora) a una plataforma.

Los videojuegos siguieron evolucionando a paso veloz y se hicieron cada vez más realistas, pero también cada vez más complejos y abrumadores. Es por eso que tal como la tecnología iba avanzando (mejores gráficos, mejores sonidos, partidas en línea, etc) alguna gente (que cada vez acabaron siendo más y más) empezó a reivindicar el videojuego clásico o retro.

Y es que la nostalgia es algo mucho más poderoso de lo que solemos pensar. Es cierto que los juegos más antiguos eran más sencillos y nos aseguraban diversión (y sensación de avance en la aventura) casi desde el minuto uno.

Pero también es verdad que recuperar esas creaciones antiguas tienen un efecto reconstituyente en nosotros, en el sentido de que nos hace conectar con lo mejor de nuestra infancia, que a su vez suele ser lo que asociamos a lo mejor de nuestra propia vida.

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De ese modo, era normal y lógico que Netflix acabara apostando por una serie documental sobre la historia de los videojuegos, sus autores, los grandes fans y los artistas tras los mejores títulos.

No en vano vimos algo muy parecido enfocado a los juguetes con «The Toys That Made Us» y con las mejores películas con «The Movies That Made Us», dos series de las que ya os hablamos por aquí.

«High Score» nos cuenta durante seis episodios la historia de los videojuegos en tono acccesible, sin profundizar demasiado pero con un tono agradable y entretenido enfocado a al público mayoritario.

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Desde «Pac-Man» (1980) hasta «Doom» (1993) pasando (en algunos de puntillas) por los mejores títulos y su historia, contadas muchas de ellas por sus propios creadores, casi artesanos.

La virtud principal de «High Score» es su mismo defecto. No pretende ser un análisis sesudo sobre la historia de los videojuegos, sino una explicación global y tangible sobre por qué echamos de menos esos títulos tan -relativamente- sencillos como a su vez mágicos y echados de menos por millones de personas.

Es por ello que la serie documental de Netflix que hoy nos ocupa te gustará si no eres un absoluto nerd que se sabe todos los datos y detalles y a su vez se te hará demasiado sencilla si entras en ese grupo. Sea como sea, la temática, la factura y la duración son tan idóneas que quizás es hora de relajarse, disfrutar de «High Score» y consolarnos pensando eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor.