JAY-Z, Beyoncé y la historia del coche más caro del mundo

Cuando formas parte de la pareja más rica (y probablemente, la más popular) del mundo, tus gustos y caprichos no se limitan a lo que puedes y a lo que no, sino a lo que quieres y se te antoja. Mientras que el resto de los mortales debemos adecuar nuestras compras a nuestra capacidad económica, hay quien las limita únicamente a lo que su cabeza es capaz de imaginar.

Por supuesto, hablamos de JAY-Z y Beyoncé, una pareja que no solo no se conforma con tener un nivel de vida altísimo, sino que acaban de adquirir un objeto que bate récords Guinness. De hecho, el encargo incluso ha sorprendido a los altos cargos de Rolls Royce, ejecutivos que, precisamente, están acostumbrados a pedidos bastante caros y ostentosos.

La cuestión es que recientemente el CEO de la prestigiosa firma de automóviles desvelaba que habían recibido el encargo más caro de su historia. Se trata de una versión personalizada del Rolls Royce Boat Tail. De hecho (y para ser más concretos), el directivo desvelaba que el precio final del coche estaba en nada más y nada menos que 28 millones de dólares.

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El auto incluye mesa de picnic, nevera doble (suponemos que para mantener el champagne bien frío), entre otras muchas características llamativas. De hecho, estas fueron las palabras de un trabajador de la empresa al prestigioso The Telegraph:

«Creemos que este fantástico coche ha sido encargado por JAY-Z y Beyoncé, incluyendo todos los detalles de sus cosas favoritas»

Aunque el precio del coche puede parecer desmesurado para el resto de los mortales, lo cierto es que la fortuna de la pareja asciende (y según Forbes) a 500 millones de dólares (por parte de ella) y 1.400 millones de dólares (por parte de él). Es decir: conociendo estas cifras ya no nos parece tan exagerado el coche que han encargado… Ni su precio.

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Una cosa sí es llamativa: que la pareja más conocida del mundo encargue un coche que tiene entre sus mayores atractivos la posibilidad de hacer un picnic sin necesidad de llevar mesas ni sillas.

Algo curioso para dos artistas que no pueden pisar la calle sin una avalancha de fans (y de papparazzi tras ellos), con lo que menos aún parar tranquilamente a comer en el campo o en un parque.

En fin, ellos sabrán, que son los genios, y no nosotros.