El policía que mató a George Floyd, declarado culpable por el jurado
El 25 de mayo de 2020, el agente de policía Derek Chauvin (Minnesota, 1976) ponía la rodilla en el cuello de George Floyd (North Carolina, 1973) hasta acabar matándolo. Si el hecho no fuese lo suficientemente triste, el agente lo hacía delante de sus compañeros y mientras el detenido le decía que no podía respirar.
El suceso fue grabado en vídeo y pronto daba la vuelta al globo, provocando la indignación del mundo entero y provocando un nuevo boom en el movimiento #BlackLivesMatter. Pronto empezaron a salir más y más grabaciones y testimonios de hechos similares y descubríamos algo que ya sabíamos: siempre había sido así.
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El policía que mató a George Floyd es culpable… ¿Cuál es su sentencia?
Pues bien, hace unas horas, un jurado declaró al agente que mató a George culpable de dos delitos de asesinato en diferentes grados y otro de homicidio negligente. El expolicía se enfrenta a penas de cárcel de 40, 25 y 10 años respectivamente, aunque hasta dentro de unas semanas no se sabrá el veredicto con la sentencia exacta.
Tal como se leía el fallo, se escuchaban los gritos de alegría en el exterior del juzgado. Y es que la frase «El mundo nos está mirando» ha sido la más oída estos días, obviamente en referencia a que Estados Unidos ha estado en el punto de mira por todo el planeta de manera casi literal por este caso.
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El jurado tardó nada más y nada menos que diez horas en ponerse de acuerdo en una deliberación. Aunque en este caso se haya hecho justicia, gran parte del pueblo afroamericano lo ve únicamente como un detalle positivo puntual.
De hecho, muchas de las personas que se encontraban junto al palacio de justicia para oír el veredicto declaraban que el país necesita una reforma completa contra el racismo, lo cual significa que las reivindicaciones no van a cesar.
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Aun así -y a pesar del drama que significa que un ser querido sea asesinado por aquellos que deben defendernos- suponemos que la familia y los amigos de Floyd sienten que se ha hecho algo de justicia.
Quizás una gota de arena en el desierto que esperamos suponga el principio del fin del racismo institucionalizado.
Cambiando a cosas más positivas, no te pierdas la historia del legendario programa «Pimp my Ride».